Arturo Núñez lo puso clarito: se acabó el “tapadismo”.

Lo hizo a propósito del “destape” de David Gustavo Rodríguez Rosario, titular de SEDET, como aspirante al gobierno.

Sin el PRI, los aspirantes pueden ahora expresarse libremente.

Es debatible si los prospectos con cargos, o en ejercicio de recursos públicos, tienen ventajas o deben renunciar.

Por un lado, cuentan con la exposición mediática propia de las posiciones, pero también con el peligroso desgaste -emanado de los encargos- de permanecer bajo escrutinio de prensa y ciudadanos.

Será una cuestión que los tabasqueños deberán procesar en una nueva y mejor etapa democrática.

Núñez, ya lo dijo, deberá estar vigilante de que los funcionarios no utilicen -en su promoción o proselitismo- fondos de los contribuyentes.

Eso no se vale.

A juicio del columnista, el pronunciamiento del Góber confirma su decisión de dar las mismas oportunidades a todos, pero que no intervendrá -para inclinar el fiel de la balanza- una vez llegado el momento de sacar a los candidatos del PRD.

Es su deber, sin embargo, cuidar de la unidad del partido y evitar que los contendientes -blindando el futuro de las tribus- se hagan pedazos entre sí, como ocurrió con los priístas.

Cuando eso pasa, y gana el adversario, todos los grupos pierden y lloran después.

Y DE MAÑANA…

EL SECUESTRO es un doble crimen: físico y emocional, por el que ninguna persona o familia de Tabasco debe atravesar jamás, de allí sus altísimas penas (la más baja son 35 años de prisión, sin derecho a beneficios).