Importantísima y oportuna fue la aclaración hecha por el gobernador electo, Carlos Joaquín González, al señalar hace unos días en Playa del Carmen que, si bien el compromiso por mejorar las condiciones de Quintana Roo es firme, no tiene una varita mágica que le permita solucionar tantos rezagos en la entidad, con especial énfasis en aspectos como la seguridad, diversificación económica y crecimiento social.
Y resulta especialmente importante por las enormes expectativas que giran en torno a él. Nunca antes un gobernador electo de Quintana Roo había generado tantas esperanzas a la población, lo cual es positivo, siempre y cuando la sociedad comprenda que todo esfuerzo y todo logro lleva su tiempo.
El gobernador electo debe ser muy insistente, incisivo en este tema, a fin de que la ciudadanía tenga bien claro que trabajará por mejorar las condiciones de la entidad, mas no hará milagros ni cumplirá caprichos.
Incluso, Carlos Joaquín debe aclarar esto antes de rendir protesta y antes de que sus detractores inicien una campaña destructiva con el típico y trillado “se los advertimos”, taladrando y manipulando las conciencias en contra del que será el primer gobernador emanado de un partido diferente al PRI.
Pero sobre todo, el próximo mandatario tendrá que cumplir y ser muy rígido en temas como anti-corrupción, transparencia y rendición de cuentas, así como el de presentar ante la justicia a todo aquel que haya incurrido en un acto corrupto, sea del actual gobierno o del que está por conformar.
En ese sentido debe ser intolerante, pues solapar un solo hecho de este tipo dará al traste con cualquier esfuerzo y terminará por derrumbar toda la confianza que existe hacia su persona y su gobierno.