El proceso de perder peso a veces resulta demasiado complejo. Existen multitud de dietas – de algunas de las cuales nos debemos alejar lo antes posible -, conceptos, mitos nutricionales y un largo etc. que debemos tener en cuenta. La cosa se complica aún más cuando nos dicen que algunas de nuestras hormonas están involucradas en nuestra pérdida de peso y que si hacemos esto o aquello, podemos adelgazar gracias a ellas o, por el contrario, boicotear todos nuestros esfuerzos.
Por ello, hemos recopilado una lista de las hormonas que están involucradas en la pérdida o ganancia de peso, cómo nos afectan y qué podemos hacer para ponerlas de nuestra parte.
Se trata de una hormona que regula el apetito y genera la señal de saciedad. Esta hormona es principalmente producida por el tejido adiposo y actúa como un termostato que informa al hipotálamo del tamaño de los depósitos de grasa blanca del organismo. El hipotálamo ayuda a regular el peso corporal provocando la reducción de la ingesta de alimentos.
La leptina tiene como efecto la disminución del apetito y el incremento del grado energético.
Tenemos algunas maneras de promover o activar la presencia de leptina en nuestro cuerpo para que nos ayude a perder de peso.
La grelina es la hormona opositora a la leptina. De ella también depende el desarrollo de la sensación de hambre. El mantenimiento del peso depende en gran medida de esta hormona, ya que un desequilibrio puede llevar desde a la obesidad hasta a la desnutrición.
Esta hormona es segregada por el aparato digestivo y en situaciones en las que la persona lleve mucho tiempo sin comer, el organismo la segrega para generar hambre en busca de nutrientes.
Por eso, una de las recomendaciones para mantener la producción de grelina controlada – o incluso en niveles que nos ayude a perder peso- es no pasar periodos muy largos de tiempo sin comer. Lo mismo ocurría con la leptina.
De igual manera, descansar correctamente ayuda a reducir los niveles de grelina ya que dormir mal puede aumentar la producción de dicha hormonaen un 28%.
EL cortisol es conocido por ser la hormona del estrés ya que esta es liberada cuando sufrimos episodios de ansiedad o estrés. Unos picos más altos de cortisol también están relacionados con el peso.
Esta hormona controla el metabolismo lipídico, proteico y glucídico. El cortisol puede provocar acumulaciones de grasa en el abdomen, además de aumentar los niveles de insulina y los antojos de azúcar.
Una manera de intentar mantener esta hormona en niveles adecuados es evitar el estrés, cosa que no siempre es tan sencilla. Por eso, hay una serie de técnicas que nos ayudan a mantener el estrés bajo control, al mismo tiempo que los niveles de cortisol.
En momentos de alto estrés, o si queremos relajarnos más, lo ideal es que aprendamos técnicas de respiración y de relajación, practiquemos deporte y busquemos alguna actividad concreta como el Yoga que nos pueda ayudar.
Además de controlar el nivel de azúcar en sangre, la insulina también influye en el metabolismo. Esto implica que también de ella depende en parte la pérdida o ganancia de peso. Además, esta hormona afecta a algunas enzimas relacionadas con el aprovechamiento de grasas, como la trigliceridolipasa.
Para mantener los niveles de insulina – a no ser que tengas un problema como la diabetes tipo 1 – lo ideal es mantener una dieta saludable, baja en azúcares y carbohidratos no saludables. Realizar ejercicio físico también puede ayudarnos a mantener los niveles de insulina correctos.
Se trata de una hormona intestinal que controla el apetito. Esta hormona se activa como respuesta a la llegada de grasas y proteínas al intestino ya que es la responsable de estimular su digestión. Al ser liberada se disminuye la ingesta de alimentos y la duración de nuestras comidas.
Una manera de activar la secreción de colecistoquinina es comer frutos secos. Este alimento resulta saludable, no interfiere con nuestras dietas y nos ayudara a activar la creación de colecistoquinina promoviendo la saciedad.