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Escombros

¿Alguien habló, hace menos de tres años, del fin de los “intocables” en México? Por supuesto, no es referencia a los indómitos policías de Chicago que pusieron el cerco para atrapara al célebre Al Capone por evasión fiscal y no por sus sonados crímenes? Esto significa que la impunidad, al fin y al cabo, terminó por imponerse. Pero, me suena la voz de uno personaje de altos vuelos repitiendo que confiáramos en él porque no permitiría el brutal desequilibrio en la justicia entre los amigos protegidos y hasta estimulados y los demás, reos de las persecuciones y las amenazas, algunas de ellas consumadas.

Ya he dicho, pero viene de nuevo a colación por el inmovilismo preocupante de un sector de nuestra sociedad y un gobierno plagado de funcionarios ávidos de enriquecerse más rápido que los narcos para que “valga la pena”, y repetido una sentencia cuyo fondo no ha sido siquiera motivo de réplica: hace mucho que los cargos públicos no se pueblan de los mejores egresados de las universidades, mujeres y hombres, porque éstos prefieren rendirse a los atractivos inmensos del sector privado, esto es mejores sueldos, menos fiscalización y menos prensa.

En cambio, los puestos gubernamentales, se supone, son más escudriñados y motivos, por desgracia, de cientos de transacciones soterradas entre los informadores y sus fuentes. El peor de los maridajes sigue siendo un factor determinante en la orientación de las noticias. Y, como periodista, lo reconozco con vergüenza porque no pocos de los colegas conocidos han extendido la mano para sobrevivir bajo la crisis de liquidez que el secretario de Hacienda niega.

¿Lo percibirá así Luis Videgaray Caso, a quien suponía un buen aspirante para el gobierno del Estado de México y ahora se arrellana como expresidenciable, tras ser cesado en Hacienda? Sólo en la utopía podría explicarse que sea factible financiar las obras monumentales proyectadas, en septiembre de 2014, con la recaudación a la baja y desviada hacia los narcos.

Publicado por
Redacción Quintana Roo