En el discurso del parque de Las Palapas, el domingo por la noche, escuche justo lo que la gente quería oír de su próximo gobernador: el compromiso reiterado con entusiasmo de que lo que se ofreció se cumple. Hasta donde tope. La vara esta alta y hay ganas de brincarla.
A pesar del calor vaporoso y pegajoso se sienten ráfagas repentinas de brisa fresca; en el ánimo colectivo y en la espalda. Hacía falta. Bañadas deambulan las parejas que pasean, dándose pausa para estar atentas y captar lo que puede ser un aliento de esperanza. Mujeres en grupo ríen sin dejar de moverse. Muchos jóvenes y otros no tanto. Familias completas terminando juntos el fin de semana. Predomina la piel morena, casi única para esta fiesta. Cuando se menciona la necesidad de rescatar las regiones y las colonias más vulneradas el aplauso se brinda: identidad obliga. No cabe duda del origen principal de la audiencia. Colocado a distancia obtuve visibilidad totalmente despejada hasta que el papa generoso quiso que su niña viera el panorama cabalgando sobre sus hombros. Me basta con escuchar un discurso corto, sin florituras y moteado de compromisos. Lo que quería palpar era el contorno. La esperanza del pueblo vibra.
Destaco un tema incorporado con precisión y elocuencia: el nuevo gobierno se propone trabajar en equipo con la sociedad civil y de manera específica de la mano con las organizaciones ciudadanas. En horabuena. El llamado se ofrece a buen tiempo para que nadie se duerma. Llego el momento de pasar de los enunciados a los proyectos. Si al final del gobierno se consigue multiplicar el número de organizaciones de la sociedad civil, profesionalizarlas y empoderarlas en su autonomía, se habrá cumplido una meta fundamental para darle estabilidad a la vida pública.