Entre ingenieros nos encontramos. Algunos esperanzados en que llegue alguien con el poder supremo de resolverles la vida le han pedido al ingeniero Slim que se ponga la banda presidencial. Pero el que salió al paso fue el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas para contestarle al presidente Peña aquello de “¿que hubieran hecho ustedes?”
Sobrio y directo como suele ser le puso el punto a las carencias de la política energética oficial: se pueden hacer las cosas de otra manera con costos menores. Lo sorprendente es que sonó como el asesor que no había sido consultado y no como el líder político de oposición que fija una estrategia diferente.
He venido diciendo, recordando al general Cárdenas -el padre del ingeniero- que necesitamos en momentos críticos como el actual, líderes y estadistas, no administradores de crisis. Es entonces que el filósofo, desde su lecho de muerte, viene a recordarme la realidad que debemos lidiar: “Ya no hay líderes sino asesores”.
Zygmunt Bauman ha muerto. El pensador sólido, padre de la “modernidad líquida”, nos deja en un mundo lleno de incertidumbres, sin asideros, desparramado como el fluido que se nos escapa entre los dedos. Muchas de sus ideas y reflexiones (como la antes mencionada) nos seguirán ayudando a entender las condiciones de la existencia moderna, aunque no necesariamente a sobrellevarla con comodidad. Esa era la intención de un pesimista que no escribía para agradar sino para agitar conciencias.
Tomo otra de sus frases para llevar: “Hemos olvidado el amor, la amistad, los sentimientos, el trabajo bien hecho. Lo que se consume, lo que se compra son solo sedantes morales que tranquilizan tus escrúpulos éticos”. Descanse en paz.