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En medios “hay sus excepciones”

La relación de Andrés Manuel López Obrador con los medios de comunicación es quizá uno de los más polémicos en su trayectoria de más de 30 años como político.

Muchos describen una adversidad de López Obrador a los medios en general y en particular, algunos noticieros radiofónicos o televisivos. En ocasiones es actitud más acentuada hacia sus conductores y reporteros.

Tan solo en mayo pasado, trascendieron los casos de los periodistas José Cárdenas y Ciro Gómez Leyva, que no consiguieron las respuestas a las preguntas que cada uno planteó en su entrevista.

A Gómez Leyva, López Obrador le atajó varias de sus preguntas con el argumento de que tenía derecho a no responder, por lo que fue visible su molestia en televisión, y en el caso del primero, porque el tabasqueño le suplicó que no lo calumniara.

-¿A ti no te mancha la alianza con la maestra Elba Esther Gordillo?, preguntó Cárdenas al dirigente nacional de MORENA a diez días de los comicios del Estado de México.
-Ya no sigan calumniando ustedes, te lo digo con todo respeto, o sea hagan un periodismo independiente distante del poder, cercano al pueblo y digan la verdad y esto es de manera afectuosa y cariñosa.

Ese comentario desató el coraje del conocido “Pepe Cárdenas”, al grado de reclamarle de que no era justo que a los mexicanos se les continúen engañando con la referencia de “la mafia del poder”, y concluir de inmediato la entrevista.

El enfrentamiento con los medios es un capítulo en el que López Obrador ha clasificado dos polos: El de los “medios independientes” o “periodistas independientes”, y el de los “medios” o “periodistas al servicio del poder”.

Esta relación polémica, algunos periodistas la ubican a partir de la época en la que él era Jefe de Gobierno de la ahora CDMX, el 2004, con los video escándalos.

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Sin embargo, no identifican el contexto que antecedió. Es en Tabasco donde están los antecedentes de hostilidad de los gobiernos priístas y descrédito de los medios de comunicación con los que López Obrador inició su activismo, pues ni siquiera había una tradición opositora.

Como candidato del Frente Democrático Nacional (FDN) a la Gubernatura, en 1988, López Obrador contó con una cobertura era mínima, y éstos más allá de sus declaraciones, publicaban las de otros actores, como Arcadio León Estrada, quien como presidente de aquél de la Unión Ganadera Regional, expresó que “una oposición como la que se está queriendo agitar en Tabasco, no merece nada; mucho menos respeto”.

A López Obrador no sólo la mayoría de los medios le cerró las puertas, sino incluso lo calificó de “comunista”, al tiempo de acusarlo también de que en caso de llegar a ganar a la Gubernatura, expropiaría tierras a campesinos, viviendas y ganado.

Así, sin contar con recursos para difundir sus posturas, López Obrador prefirió desde entonces por la plaza pública, como espacio, y el mitin, como estrategia de comunicación, por lo que ante sus seguidores arengaba contra la “prensa vendida” y en ocasiones había necesidad de calmarlos.

Optó además por crear su propio periódico, “Corre la voz”, con el que denunciaban la riqueza de los funcionarios del gobernador Salvador Neme, como resultado de la corrupción.
Posteriormente, uno de sus más cercanos colaboradores, el finado Alberto Pérez Mendoza, con el apoyo económico de empresarios y otros militantes, funda La Verdad del Sureste, con el fin de darle seguimiento a su movimiento.

Es en Tabasco, donde López Obrador, si bien arenga contra los “reporteros del gobierno”, distingue a los de “muy honrosas excepciones”, como Telerreportaje, un noticiero radiofónico, en el que sin escatimar el tiempo, su conductor Jesús Sibilla le dedica al menos 35 minutos en sus entrevistas.

Al incursionar como dirigente nacional, contó con el respaldo de los directores Carlos Payán y Julio Scherrer, de la Jornada y Proceso; en radio, de José Gutiérrez Vivo. La peor cerrazón que enfrentó fue de los noticieros de TV, principalmente Televisa.

En la plaza pública, para los reporteros es fácil llegar a López Obrador a diferencia de la mayoría de los políticos de eventos multitudinarios, pero el problema real es el tumulto de gente que desea saludarlo, al grado se reduce el espacio y tiempo, al momento de cuando está a punto de subirse a la camioneta y partir. En otras ocasiones, la habilidad depende de quedarse en el templete o subirse a él al momento del término del mitin para entrevistarlo, en medio de un bullicio de bocinas con sonido musical y de la algarabía de la gente.

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AMLO no tiene más que a su asistente César Yáñez, y quienes, en ocasiones, realizan el cerco, son los que complican su acceso cara a cara.

De tal forma, que López Obrador reacciona con la pregunta: “¿De qué medio eres?”. Y enseguida desvía la mirada a otro.

Publicado por
Redacción Quintana Roo