Recuerdo que desde hace varios años a propuesta de integrantes del Partido Acción Nacional se pedía casi a gritos la desaparición de la figura de presidente de la gran comisión del congreso local, por la sustitución de una junta de coordinación política que fuera alternándose por los tres partidos políticos con mayor representatividad. Hoy ante la conformación de la nueva legislatura local tanto panistas como los demás partidos mayoritarios andan en busca de obtener tal presea olvidándose por completo que en algún momento se dijo que la gran comisión era ya una figura obsoleta y que pocos estados del país contaban con ella. Actualmente el congreso local cuenta con 27 comisiones siendo la más importante la presidencia de la gran comisión, la cual otorga el poder absoluto de quien la preside de disponer a diestra y siniestra de todo lo que sea propiedad del poder legislativo, incluyendo cuentas bancarias. Nuestro congreso estatal es de los pocos en el país que tiene más comisiones que diputados.
Las comisiones son los espacios de deliberación y trabajo que conforman la estructura de todo Poder Legislativo. Existen para atender temas específicos con el propósito de que los diputados puedan hacer su trabajo. Creo que valdría la pena preguntarnos si nuestro Congreso necesita tantas comisiones; cuánto nos cuestan y sobre todo qué resultados les dan a los ciudadanos. Lo sano seria eliminar o fusionar el número de comisiones con el propósito de que el Congreso sea más eficaz y productivo. El que existan muchas comisiones no significa que tendremos un mejor Congreso. En cambio menos comisiones permiten que los diputados puedan enfocarse a los mayores retos sociales. Los diputados tienen la oportunidad de eliminar actividades que no tienen que ver con su función de legislar, vigilar los dineros públicos y representar a los ciudadanos.