“El sector empresarial reconoce que existe una compleja problemática social en nuestro país y que el crecimiento económico sin desarrollo social no es sostenible”. La frase es incuestionable y forma parte del ideario nada menos que del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), expresado por la vía de su brazo asistencial, la Fundación del Empresariado en México (Fundemex).
Por lo pronto, el crecimiento económico no va, por lo menos no lo suficiente como para mitigar los estragos de una desigualdad social escandalosa; ni en México ni en el mundo. En su más reciente informe la ONU reconoce que las perspectivas de crecimiento económico mundial para 2016 -que ya eran moderadas- se quedarán por debajo de lo proyectado. Malas noticias, sobre todo para los países menos desarrollados.
El empresariado reacciona y hace unos días el propio CCE suscribió un convenio de colaboración con la Sedesol “para combatir la pobreza en el país y generar más y mejores oportunidades de desarrollo para los mexicanos con más carencias”. No alcanzo aquí a desglosar ni analizar los detalles pero me queda claro que son brechas que se van abriendo para que las organizaciones de la sociedad civil se involucren mas allá del discurso y se comprometan a coadyuvar para que las intensiones aceleren su aplicación y los recursos públicos y privados lleguen de la mejor manera a quienes los necesitan.