Las leyes en cualquier país son importantes ya que permiten un mayor control en la sociedad, establecen parámetros a seguirse generando un equilibrio y un buen vivir. La división de poderes en la época de los ilustrados fue pensada precisamente en obtener éstos resultados.
El legislativo y judicial llevan el peso de la realización de leyes sanas así como de la aplicación de las mismas.
Cada país ha definido su propia legislación en base a costumbres, tradiciones y deseos de mejorar, no podemos decir que un país sea mejor que otro pues, cada uno tiene lo que se merece y ahí precisamente es donde está la variedad, en lo que cada uno cree merecer.
México tiene leyes apropiadas, dignas de llevarse a la práctica; pero por mala ventura se encuentra con una problemática enorme: la ciudadanía de manera general no está dispuesta a acatarlas y por otro lado, quienes se encuentran a la batuta del poder judicial en cualquiera de sus variantes, tampoco precisan de hacer cumplir las mismas.
El cuerpo policiaco sufre muchas vejaciones debido a sus malas conductas, que de manera general externan cada vez que la ocasión lo permite, para ellos la ley no está por encima de ellos, sino todo lo contrario, ellos son la ley.
Ésta actitud es tan normalmente conocida entre los ciudadanos que cuando visualizan una patrulla o motociclista, se tiende a evadirles por todos los medios para no pasar cerca de ella; cuando se escucha una sirena y se visualiza en la distancia un grupo de policías, las actitudes siguen siendo la misma: alejarse de su camino; pero cuando te topas en su camino así, a bocajarro, las cosas pueden ponerse violentas.
¿Lo ha sufrido?