La sociedad parece una abstracción para la arenga política mientras no se organice y actúe por las causas de su interés. Con esa realidad se enfrentan los gobiernos que quieran estar cercanos a la gente y, en el mejor de los casos, migran hacia una relación simplemente asistencialista o de plano clientelar entre gobernantes y gobernados.
Consultando con algunas organizaciones de la sociedad civil que se mantienen activas y a la expectativa de los cambios en los gobiernos, se derivan algunas propuestas que pudieran ayudar a hacer más transitable su relación a pesar de esta circunstancia:
Dar cumplimiento a cabalidad de los programas y proyectos establecidos, al cien por ciento de los presupuestos que tengan asignados o susceptibles de gestionar. A veces ni siquiera se solicitan.
Colocar en los cargos de responsabilidad del ramo social a personas capacitadas, con experiencia y vinculados con el tema y con las organizaciones. Gobierno con sentido y contenido social.
Establecer interlocución abierta para la consulta, ejecución y evaluación de las políticas públicas con las organizaciones sociales que cumplan con la normatividad y la profesionalización necesarias.
Urge una estrategia para la construcción de ciudadanía: estimular la creación, consolidación y profesionalización de organizaciones sociales, garantizando el respeto a su autonomía.
Propiciar el emprendimiento social: generación y apoyo de proyectos viables para la sustentabilidad económica de las agrupaciones de la sociedad, con sus programas complementarios de seguimiento.
Creación de un esquema funcional de evaluación y control de la política social: definición de indicadores precisos de medición de impacto. Programando, actuando y evaluando.