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El testamento (primera parte de tres)

Hace apenas unos días dejó de existir el canta-autor Juan Gabriel, las causas aparentes fueron un infarto fulminante. A nivel nacional y mundial le han llorado, se han consternado y han esperado que sus restos fueran homenajeados en algún sitio designado por la familia.

Lo cierto es que poco se sabe de las circunstancias que se presentaron después de haber dado a conocer su fallecimiento, la familia ha permanecido hermética y sin deseos de dar pormenores de nada. El problema es que Juan Gabriel (Juanga) era una figura pública muy conocida y querida y el pueblo esperaba poder rendirle en cuerpo presente una muestra de su cariño pero las circunstancias son otras, “muerto el rey, viva el rey” y quien decide sobre alguien que ya no habla son sus familiares cercanos, los nuevos reyes de las decisiones sobre lo que fue Juanga.

Difícil resulta poder entender que sus familiares pasaran al pueblo por las patas de los caballos sin permitirles un último adiós por parte de sus miles y miles de fans, lo que nos induce a pensar que hacia adentro del núcleo familiar existían claros problemas insondables. Es verdad que Juanga siempre se mostró reservado en cuestión de sus relaciones familiares, pero el hecho es que con su muerte queda demostrado que poco aprecio le tenían a él y a su público que le amaba; esto nos lleva a preguntarnos: ¿Cómo están nuestra relaciones familiares?

Muchas veces se piensa que los familiares cercanos respetarán los últimos deseos cuando llegue el momento; hay quienes ni siquiera previenen tales situaciones pues prefieren no saber, no invocarlo; sobre todo cuando intuyen que ésta aún lejos de suceder. ¿Usted qué opina?

Publicado por
Redacción Quintana Roo