En conocida cafetería de la zona urbana de Cancún dialogaban apaciblemente un abogado y un periodista sobre el tema de moda: La alternancia en Quintana Roo, of course.
Conforme corrían los minutos, aquel que estudió leyes se fue, digamos, sulfurando porque alegaba que si el gobernador Roberto Borge era capaz de modificar la ley para crear una fiscalía de justicia, cuyo titular será inamovible por un período de 7 años (a menos que la mayoría del PRI en el Congreso decida su remoción) y obedecerá sus órdenes como ex mandatario, al igual que el Auditor Superior , así como jueces y magistrados del Poder Judicial del Estado, “pues mejor que la modifique para ampliar su mandato por otros tres, seis o 18 años”.
Y mientras que el abogado se veía molesto, manoteando y gritando en la cafetería, el periodista, al contrario, se divertía, riendo ante los desfiguros de su amigo.
El abogado sostuvo que es imposible lograr lo que desea perpetrar Borge, “se lo van a tirar de inmediato”, y aseguró que “sus asesores deben ser tan malos como aquellos que le hicieron su imagen pública”.
“Lo único que va a lograr –dijo- es hacer encabronar aún más a Carlos Joaquín y entonces sí lo van a perseguir hasta encontrarlo en cualquier lugar que se esconda. Aunque no se crea, México es un país que hace valer el estado de Derecho, y ese tipo de abusos son los más penados. Si no fuera así ¿entonces por qué no lo hizo Salinas con Zedillo o Zedillo con Fox? Todos ellos también han necesitado cuidarse las espaldas y ha sido gente mucho más poderosa que un gobernador”.
Ojalá Borge dé marcha atrás por su bien, por el bien del estado y por el bien de esa caterva de bandidos que pretenden acompañarlo en esta irresponsabilidad, concluyó.