El que anda cómo chivo en cristalería, de un lado para otro sin encontrar cobijo en ningún lado es el tristemente célebre presidente municipal de Benito Juárez, Paul Carrillo de Cáceres (a) “El Tapetitos”.
Y es que el alias se lo ganó porque históricamente este personaje se ha tirado para que lo pisen y de esta forma se dé cuenta de su existencia aquel ocupa el cargo de mandamás o bien, el que pinta para grandes proyecciones.
Primero, en el 2009 hizo todo lo posible para pegarse al entonces candidato del PRI a la diputación federal por el Distrito III, Carlos Joaquín González, hasta conseguir ser asesor de campaña.
Paul ya se sentía muy bien posicionado, dado que el diputado federal tenía grandes posibilidades de llegar a la candidatura del PRI para el gobierno del Estado en 2010, Sin embargo, no fue así, y el abanderado fue Roberto Borge.
Al sentirse descobijado, Paul no tuvo empacho en dar la espalda a Carlos Joaquín y empezar a coquetear con el entonces gobernador Félix González y con Roberto Borge, hasta lograr la ansiada candidatura a la diputación por el Distrito X.
Dos años después, una vez que Laura Fernández pierde la diputación federal, siendo ella quien se enfilaba rumbo a la candidatura para la presidencia municipal, Paul la pelea tendiéndose de tapete ante el gobernador e incluso autodenominándose “el máximo borgista de Benito Juárez”, con lo cual obtuvo en anhelado premio.
Sin embargo, bien dicen que este tipo de gente nunca termina por ganar la confianza de nadie, por lo cual, ya como alcalde, no fue él quien ejerció el poder, no al menos en los primeros dos años y medio.
De hecho, hace apenas unos meses, cuando se llevó a cabo el proceso de selección de candidato del PRI a la gubernatura hubo quien le jugó la mala broma de decirle que él tenía posibilidades. Pero eso no fue lo malo, lo malo fue que se la creyó.
Tiempo después, Paul no cejó un instante en apoyar con tiempo, dinero (del erario) y esfuerzo al candidato del PRI, Mauricio Góngora, con el fin de agradarle y empezar a tejer la obtención de un cargo en su gabinete, concretamente la Sedetur, donde inició su tropezante carrera pública.
Pero nuevamente le falló el pronóstico y su candidato no ganó, por lo que ahora, con la lamentable muerte del padre del gobernador electo, Don Nassim Joaquín ¿quién cree –amable lector- que fue el primero en aparecer en el funeral?
Apuesto a que le atinó: Pues Paul, sin importarle ser mal visto por los ahí presentes.
“¿Y la dignidad?” –se preguntaron.
“No hay”- les respondieron.