A LA FECHA no hay nombres ni puestos seguros para nadie en el próximo gabinete de Carlos Joaquín, aunque la rumorología política ya perfila en ciertas posiciones claves a algunos personajes allegados al gobernador electo, quien tiene deber de Poner al servicio de los quintanarroenses a los mejores hombres y mujeres que lo ayuden con la difícil tarea de gobernar y de recomponer social, política y económicamente al estado, sin caer en tentaciones o ceder a presiones de otorgar responsabilidades por compromisos y no por méritos.
Cuatro nombres se barajan para ocupar el mando de la política interna del estado: la Secretaría de Gobierno, donde Carlos Joaquín necesita no un amigo agradecido con el pago de una factura por apoyo electoral, ni tampoco una figura impuesta porque a algún partido crea merecerla. Aquí él necesita un aliado eficiente y un buen operador con liderazgo, tacto, diplomacia y excelentes relaciones con todos los grupos políticos de Quintana Roo.
Aspiran al cargo Julián Ricalde, a quien el voto de la zona norte en contra de su repetitiva aspiración a alcalde es indicativo de que no goza de muy buena aceptación en la región que mueve el motor económico de la entidad: el turismo. Ponerlo sólo porque el PRD piensa que Carlos Joaquín se la debe, sería un error.
Otro que acaricia la misma posibilidad es Miguel Ramón Martín Azueta, muy cercano al electo mandatario, pero con un pasado tortuoso donde lo mismo se le han señalado excesos en el ejercicio del poder, que mala cabeza para manejar todos los negocios personales que han quebrado irremediablemente en sus manos. Y quien no sabe administrar un changarro, no podrá con un estado.
Tercero en esta supuesta lista es el siempre leal Jesús Pool Mo, el único operador priista de nivel que no traicionó a Carlos Joaquín cuando renunció al PRI. Chucho Pool encuadra en todas las aptitudes requeridas: es eficiente y buen operador, pero carga a cuestas la duda de por qué no asistió al Congreso a votar en contra del “blindaje” legislativo al gobierno saliente.
Y por último, se rumora el nombre del senador panista yucateco Daniel Ávila Ruiz. Agudo crítico del gobierno actual y del priismo, tiene sin embargo algunas máculas en su vestimenta pues recientemente un periódico de Yucatán publicó una investigación donde, se dice, usó sus influencias para beneficiarse con contratos de obra pública.
Así las cosas, de entre estos cuatro tendría Carlos Joaquín que escoger a su mano derecha en la conducción de Quintana Roo. La elección se ve difícil y la apuesta se centra en que el nuevo gobernador pueda tener un as bajo la manga, que no esté marcado ni manchado para no estropear la jugada que todos esperamos.