Una vez perdido el Gobierno del Estado en las urnas, lo primero que tendrá que hacer el PRI como partido de oposición será aceptarlo y actuar precisamente como partido de oposición, saber que al menos por la próxima administración estatal las “vacas estarán flacas” y bajarle el ímpetu y la voracidad a la chamaquiza que viene muy alborotadita.
Pero sobre todo, el PRI tiene que analizar lo ocurrido, volver a las canas (como se lo propuso en su momento Manlio Fabio Beltrones a Enrique Peña Nieto), y cumplir a sus bases, a su estructura que es la que le da forma, la que hace la talacha, pues abandonarla terminaría por sepultar a esta fuerza política.
Muchas de las lideresas, especialmente las de Chetumal, hoy se quejan que el partido no les ha cumplido, que tienen más de 5 meses sin ver ni un peso y que las tratan como si ellas fueran las culpables de la derrota.
“Que no se les olvide que nosotras somos el PRI, que las líderes de las colonias somos el partido”, dijeron muy molestas por el trato que han recibido de dirigentes que hoy se pasean en autos del año.
Pareciera que el Revolucionario Institucional hoy ha quedado al garete, arruinado, noqueado después de una sacudida que, al menos en Quintana Roo, nunca se había visto, o más bien sí había sucedido, pero había salido avante con las trampas y cochinadas que lo caracterizan.
¿Qué pasará?
Por el momento queda esperar los primeros movimientos al interior, el cambio de dirigencia estatal y, al ver el nombre de quien tomará las riendas, entonces se sabrá cuál es el giro que tendrá, por dónde irán las cosas o, como se dice en el argot de la calle: Entonces sabremos “de qué lado masca la iguana”.