Hace un año, en la rendición de su cuarto y último Informe de Gobierno –porque al quinto ya ni siquiera se presentó–, Roberto Borge Angulo levantó una fuerte polémica cuando, iniciado el proceso interno del PRI para sacar al candidato a la gubernatura, pretendió poner contra las cuerdas al entonces subsecretario federal de Turismo y enemigo de casa a vencer, Carlos Joaquín González, a quien quiso imponer un veto nativista enarbolando una bandera de su hechura: el quintanarroísmo.
Con el mensaje de “Quintana Roo para los quintanarroenses”, Borge dedicó su discurso no tanto a la explicación de sus logros y avances en los sectores de la administración pública durante el periodo 2014-2015, sino más bien a marcar la línea política a seguir en cuanto a quienes, desde su perspectiva, tenían o no el derecho a aspirar a gobernar esta tierra.
Nacido en Yucatán aunque avecindado en Quintana Roo gran parte de su vida, Carlos Joaquín era el destinatario principal del obús, aunque en su premura por descalificarlo Borge se llevó también entre las patas a otros tres aspirantes priistas que vieron la primera luz en el vecino estado: Gabriel Mendicuti, Paul Carrillo y Mauricio Góngora.
“El quintanarroísmo es un sentimiento que no permite ni engaño ni simulación. Quintanarroense es quien vive a diario el sentir, las alegrías, las esperanzas, los retos, la crítica, en esta tierra, no fuera de ella”, expresó el entonces gobernador.
“Entre el quintanarroísmo –añadió– no tienen cabida los aventureros de la política que dividen o destruyen. No es éste un debate falso y Quintana Roo debe ser para los quintanarroenses que privilegian un bien común”.
Hoy, un año más tarde, el ex gobernador priista recibió de regreso la dedicatoria de la versión actualizada de “su” quintanarroísmo, de parte de quien, por más que intentó impedirlo, resultó ser su sucesor en la gubernatura.
En la ceremonia del 42 aniversario de la creación de Quintana Roo como estado libre y soberano, Carlos Joaquín aseguró que “el verdadero quintanarroísmo es aquel que transpira trabajo en la mano de cada hombre y mujer que nació y vino a este estado a ayudar a su crecimiento”.
“El verdadero quintanarroísmo –agregó– está en quien forja su propio destino a partir de la esperanza de tener un mejor lugar para vivir. El que está vivo entre nosotros, en el nombre de este estado, vivo en cada parque, vivo en cada escuela, vivo cada vez que se reivindican los derechos de la gente y cada vez que se defiende la libertad, la democracia y el espíritu republicano”.
“No es aquel –dio la estocada– del que blasfemaron su memoria, que lo saquearon y lo avasallaron, quitándole lo más puro que tenemos: nuestra dignidad”.
A sus 42 años de edad, Quintana Roo tiene, al margen de un mal entendido nativismo, un nuevo gobernador que fue electo, al igual que todos los anteriores, por los quintanarroenses. ¿Hay acaso más identidad que esa?