Lo evidente: una industria que representa millones de dólares y millones de empleos directos e indirectos en Quintana Roo y en muchos lugares de nuestro muy lastimado México y allende sus fronteras; el estigma de un pueblo en el vilipendio internacional gracias a “los buenos oficios” de la xenofobia institucional de magnates globales; la delicada inseguridad de quienes todos los días se trasladan a sus centros de trabajo y de regreso de éstos para llevar el sustento a sus senos familiares; la película que presentamos a nuestros hijos en la que, cualquier hijo(a) de vecina decide quién vive y quién deja de hacerlo; el fratricidio; la ansiedad; la ignominia cotidiana.
El (la) hijo (a) de cualquier vecina camina por las calles con la instrucción de verdugo; cualquier analfabeta ignorante, vulgar, obtuso, lleva entre sus ropas la materialización del poder que su capacidad le niega. Los engendros nos llenan los cenotes, parques y lotes baldíos de cadáveres, enlutan hogares y ejercen el papel del Dios inmisericorde… ¿en manos de quién estamos?
El hijo de cualquier vecina decide que va a apoderarse de todo y organiza a su ejército de esbirros, sicarios, abogados, operadores políticos, funcionarios públicos, y cuando las condiciones dictan que se le agota la fuente, endurece el diálogo sangriento, ordena más muertes, escenas dantescas en lugares públicos y toda esta gente que obedece sus órdenes, como viles esbirros, salen a la calle a cumplir con los designios de un sujeto tan egoísta, miserable, solitario y lleno de resentimiento que se niega a que el mundo siga su marcha si su figura no encabeza la historia.
El hijo de cualquier vecina es protagonista, o es esbirro, -es el mismo-; encabezó o encabeza un gobierno, pero en la mente de ambos, están el resentimiento, la impotencia personal, el rechazo natural. El “licenciado”, el “señor ex gobernador”, “el cochiloco”, “la doña o el don”, son resabios de una sociedad en el abandono, en la miseria moral y existencial, el alarido ‘in crescendo’ del hartazgo, de la necesidad de cambio.
Ese hijo… de la vecina, compra elecciones antes que ceder el poder, horada ductos, quema intencionalmente instalaciones estratégicas, asesina periodistas, violenta leyes ambientales para habilitar su negocio, especula con los predios, empodera a sus iguales…
¿Hasta cuándo seguiremos solapando a cualquier hijo de vecina en el poder?
Buonanotte.