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El fruto precioso (Tercera parte)

Espiritualidad de la comunión significa tener la capacidad de sentir al hermano de fe en la unidad profunda del Cuerpo Místico y, por tanto, “como uno que me pertenece”, para saber compartir sus alegrías y sus sufrimientos. Para intuir sus deseos, y atender a sus necesidades, para ofrecerle una verdadera y profunda amistad.

Espiritualidad de comunión es también la capacidad de ver ante todo, lo que hay de positivo en el otro, para acogerlo y valorarlo como regalo de Dios. En fin, espiritualidad de la comunión es saber dar espacio al hermano, llevando mutuamente las cargas de los otros y rechazando las tentaciones egoístas que continuamente nos acechan y engendran competitividad, ganas de hacer carrera, desconfianza y envidias. (Cfr. NMI 43).

22.- Este gran acontecimiento eclesial es un tiempo de gracia que nos invita a recordar con gratitud el pasado rindiendo homenaje a quienes han gastado y desgastado su vida construyendo el Reino de Dios en esta hermosa tierra. También nos invita a abrirnos con confianza al futuro acogiendo a todos los hermanos seminaristas que con ilusión, con una clara conciencia de llamado a esta Iglesia particular y con mucho entusiasmo quieran servir a esta Iglesia.

Nuestra Prelatura es invitada a entonar con júbilo el salmo de acción de gracias. “Dad Gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia” (Salmo 135, 1). Junto con el canto de acción de gracias, la Iglesia es invitada a interrogarse sobre su caminar pastoral y su renovación para asumir con nuevo ímpetu su misión evangelizadora.

Es importante y necesario pensar, sobre todo, en el futuro que nos espera. Considerar los grandes retos pastorales que hemos de afrontar con valentía y con confianza seguros de la presencia y auxilio del Señor. “Y yo estaré con ustedes hasta el final de los tiempos” (Mt. 28,21).

Es necesario vivir el Jubileo que se aproxima no sólo como memoria del pasado, sino como profecía del futuro. Es necesario aprovechar el tesoro de gracias que nos trae esta celebración para después traducirla en fervientes propósitos y en líneas de acción concretas.

23.- En estos tres años debemos mirar lejos para poder programar eficazmente nuestro trabajo pastoral y así responder a los enormes retos que nos plantea la realidad compleja en esta nueva época globalizada.

Una buena visión regala futuro a la iglesia. Necesitamos una Iglesia sinodal en la que caminemos todos juntos para elaborar un proyecto pastoral serio y cualificado. Nuestra realidad es compleja, llena de desequilibrios y contradicciones.

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Publicado por
Redacción Quintana Roo