Hoy, cuando para el PRI el barco está hundido, cuando el niño se ha ahogado y nada se puede hacer sobre las elecciones del domingo pasado, surgen las cochinas dudas y las necias preguntas:
¿Hubiera ganado con Chanito Toledo como candidato? O peor aún: ¿Carlos Joaquín hubiera ganado como candidato del PRI?
Nada de esto se puede saber y resulta inútil quemarse la cabeza pensando en tales necedades.
Pero lo que sí parece cierto, es que el Revolucionario Institucional cayó en errores que hoy los está pagando.
Y es que el hecho de llevar la selección de su candidato hasta el último día permitido por la ley, sólo lastimó a su estructura, sólo dividió a su militancia, sólo generó resentimientos y quizá hasta voto en contra de aquellos que tenía seguros.
Fue mucho tiempo que dejó pasar el priismo, como supuesta estrategia para estrangular las pretensiones de Carlos Joaquín González, cuando éste aún era su militante.
El PRI hizo esto para cerrar los caminos a un aspirante que siempre había lucido muy fuerte, quien a tiempo renunció al PRI para postularse por PAN y PRD. De hecho hoy se afirma que fue Carlos Joaquín quien utilizó al PRI, dejándolo que sólo se desgastara para renunciar cuando él lo decidió, saltó del barco cuando éste ya hacía agua.
Sin embargo, una vez que el ex subsecretario de Turismo salió del priismo, este partido entró a una nueva disputa, la de Chanito Toledo o Mauricio Góngora, lo que también se llevó días importantísimos, creciendo la rivalidad que nunca sanó.
De esta manera, el Revolucionario Institucional se inmoló.
Fue así que el otrora partido hegemónico llegó sumamente lastimado a la elección, desgastado en sus bases, resentido en su estructura.