La comunidad internacional se ha propuesto erradicar el hambre del planeta a más tardar el año 2030. Es una de las metas de los Objetivos del Desarrollo Sostenible establecidos por la ONU. Sin embargo, el ritmo que hasta hoy mantiene la reducción de este flagelo podría ser insuficiente y terminar en un lamentable fracaso. Lo anterior se desprende del “Indice Global del Hambre”, reporte presentado por el Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas de Alimentos, según el cual el hambre se ha reducido en un 29% del año 2000 a la fecha pero, de mantenerse el lento proceso de mitigación, para el año 2030 todavía habrá por lo menos 45 países reportando índices moderados o alarmantes de insuficiencia alimentaria. Precisa que existen 795 millones de personas padeciendo hambre cada día alrededor del mundo.
Los gobiernos atacan el problema desde diferentes ángulos, en su mayoría con programas de acercamiento directo de alimentos (en no pocas ocasiones con un interés meramente clientelar y electorero) mientras que las organizaciones sociales ensayan formas de acopio y distribución con sentido altruista.
A propósito del Día Mundial de la Alimentación celebrado el pasado 16 de octubre, la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO) lanzó su mensaje con un sentido de solución mucho más amplio: “El clima está cambiando. La alimentación y la agricultura también”. Lo cual quiere decir que para alcanzar la meta es necesario que todas las naciones cumplen con los acuerdos internacionales sobre el cambio climático, “fenómeno que tiene gran impacto en la agricultura y provoca que millones de personas sufran de subalimentación.” La solución de fondo está, entonces, más allá del altruismo y el asistencialismo, necesarios pero insuficientes.