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Dos visitas: Netanyahu y Mattis

Peña Nieto mostró gran contento ante la visita del primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, quien aplaudió, meses atrás, la iniciativa de Donald Trump de construir un muro fronterizo con México. Además de “actualizar” el tratado de libre comercio existente entre México e Israel, se acordaron acciones conjuntas con el propósito de combatir fraudes electrónicos y “otros delitos” que se consuman a través de internet, como la pornografía infantil y el tráfico de órganos y de personas (¿sólo en esos terrenos, o la asesoría extranjera podría extenderse a otros planos de las redes sociales?).

La visita de Netanyahu es la primera que realiza la máxima autoridad de Israel a nuestro país, en 65 años de relaciones diplomáticas (“un lapso imperdonable, que queremos corregir”, dijo el primer ministro) y tiene como contexto una descomposición acelerada de las posturas diplomáticas de México, regidas por el entreguismo de Luis Videgaray Caso y Peña Nieto. Además de la permanente genuflexión ante Trump, reflejada en episodios grotescos, como la expulsión del embajador de Corea del Norte en México y la acometida sistemática contra Venezuela y su gobierno, la administración peñista ha recibido con desmemoriado beneplácito al representante de un país que de manera implacable ha violado acuerdos y disposiciones internacionales y despliega una política criminal contra el pueblo palestino.

Más allá de los arreglos formales a que se haya llegado, resulta enigmático el motivo real que impulsó la realización de este encuentro y la firma de ciertos acuerdos, cuando Peña Nieto está en un proceso de declive político, que se agudizará cuando haya candidato presidencial priista, y cuando se vive una especie de venta desesperada de la riqueza nacional, en medio de acusaciones de actos de corrupción realizados por diversos funcionarios federales.

Al general en retiro, James Mattis, también le corresponderá cumplir, hoy, un rol pionero. Es el primer secretario de defensa de Estados Unidos que asiste a las celebraciones de la independencia mexicana, aunque funcionarios y personajes estadunidenses de menor hosquedad (a Mattis le apodan Mad Dog, y así lo ha mencionado inclusive Trump, es decir, perro rabioso o loco) han formado parte de las delegaciones extranjeras usualmente invitadas al Grito y al posterior desfile militar.

La muy dispareja relación política entre Donald Trump y Enrique Peña Nieto ha pasado más de una vez por los senderos de lo telefónico. Los incidentes han ido desde la filtración de una llamada confidencial en la que, entre otros temas delicados, el estadunidense instruía a su contraparte para que no hablara en público de que México no pagaría la construcción de un muro fronterizo, hasta declaraciones en falso del ocupante de la Oficina Oval, en el sentido de haber recibido llamadas desde México que, en realidad, no se habían realizado.
Ayer hubo otro capítulo al mero estilo Trump. Desde el pasado martes se había anunciado que el presidente del país vecino hablaría con el habitante de Los Pinos, para expresar condolencias por los daños materiales y humanos que ha dejado el sismo reciente. No hubo telefonema ni ese martes ni el miércoles, sino hasta ayer, en un tono meramente protocolario, sin ofrecimiento de ayuda estadunidense como, por ejemplo, México envió ante reciente desgracia en Texas, a causa del huracán Harvey.
Aun así, el rubio millonario agregó una especie de excusa por su tardanza pues, dijo, el destinatario no había podido recibir llamadas por celular durante tres días, por estar en lugares del desastre. Además de hacer público ese presunto descargo a su favor, exhibió un presunto atraso tecnológico extremo en las operaciones de quien ejerce el poder en un país que, de ser cierta la versión, tendría durante largos días incomunicado, así fuera parcialmente, a quien debería estar de manera permanente en contacto con todo lo que sucede en el país, en el mundo y, desde luego, en la determinante Casa Blanca. Ah, un boletín de Los Pinos aseguró que Peña Nieto había abogado ante Trump por los dreamers.

Hoy, Alfredo del Mazo Maza tomará posesión de la gubernatura del Estado de México, luego que la sala superior del tribunal electoral federal determinó, por unanimidad de votos, que no había sustento en la impugnación que buscaba ligar el uso de recursos públicos, mediante programas sociales, para la compra de votos en favor del PRI. También se desestimaron los señalamientos de que OHL había aportado fondos, de manera ilegal, a la campaña del candidato tricolor.

La imposición de Del Mazo como gobernante tuvo como contexto una de las peores exhibiciones de marrullerías y delictividad en la muy accidentada historia electoral de décadas. La compra del voto fue escandalosa, el uso de mecanismos asistenciales por parte de altos funcionarios federales fue constante y se llegó al extremo de amedrentar vigorosamente a representantes de Morena (hubo cabezas de cerdo arrojadas afuera de oficinas de este partido y de domicilios particulares de sus activistas).

Sin embargo, en la formalidad jurídica, nada de lo visto y sabido tuvo contundencia para reponer tan viciado proceso electoral. Lo sucedido en el Estado de México es un mensaje muy fuerte hacia 2018, con una clase política priista convencida de que puede forzar los resultados de la elección presidencial a su favor, sin que se produzcan en reacción más que protestas de rutina y desahogos discursivos.

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El PRD cedió al PAN la presidencia de la mesa directiva de la Asamblea Legislativa de la Ciudad de México, para que sea el blanquiazul Jorge Romero quien responda al informe de labores y mensaje político que presentará Miguel Ángel Mancera como jefe del gobierno capitalino. No se trata de una osadía o una contradicción, sino un signo de los nuevos tiempos de avenimiento entre PRD, PAN y Movimiento Ciudadano, la nueva trinidad frentista: tres partidos distintos y un solo proyecto electoral verdadero. ¡Hasta el próximo lunes!

Publicado por
Redacción Quintana Roo