La deuda que dejan los gobiernos salientes era ya un hecho, cada vez que termina un periodo inmediatamente saltan los números rojos, todos se espantan y al final, nada pasa pues los del gobierno y a quien les toque juzgarles es lo mismo, son juez y parte y como ya hace tiempo comente de los abogados, pues tampoco hay alguno capaz de llevar a cabo tan titánica aventura de poner en donde deben estar quienes han hecho tiras nuestro presupuesto.
Las nuevas formas de saquear las arcas del estado es a través de negocios, es decir, se adquieren productos para el bien común a través de créditos bancarios, los cuales se pagaran al igual que cuando usted adquiere una casa, es decir, a un tiempo determinado de años, con tasas de interés variables y por supuesto, los primeros años de pago siempre serán directamente para pagar el porcentaje más elevado de los intereses cobrados y sólo un pequeño porcentaje a pagar capital real del costo.
De forma tal que nuestro estado es como una gran casa que se está amueblando a costa de los pobladores. ¿Dónde puede estar entonces el latrocinio? Sencillamente al realizar negocios donde las mercancías se inflan en sus costos reales, haciendo que la deuda se vuelva enorme y entonces entre el banco y los dueños de esas empresas proveedoras ganaran jugosas cantidades.
La mayoría de las veces, los negocios que surten de lo necesario al estado pertenecen a familiares, amigos o conocidos del gobernador, alcalde, regidor o cualquiera de ellos que sepa manejarse en el mundo de los negocios y llegan a acuerdos satisfactorios para ambas partes pero en detrimento del pueblo.
¿Y cómo pasan al dominio público? ¿Tiene idea usted?