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Cuidar al destino

Para una sociedad como la quintanarroense, especialmente en Cancún y la llamada Riviera Maya no es fácil establecer la frontera entre cuidar el destino ajeno y el propio. Como otras zonas del mundo, la región se asume, según el argot, como un “destino” turístico. Un punto de llegada temporal para cientos de miles de visitantes que establecen de manera muy breve su estancia para disfrutar de las ventajas turísticas que ofrece el lugar. Para que ello sea posible hay que mantener en óptimas condiciones los espacios físicos naturales, las instalaciones y las actitudes. Ofrecer certidumbre, calidad y seguridad son factores de los cuales depende que el destino turístico, prevalezca y crezca como un ofertante de empleo y de ingresos para quienes en él radican.

Y ese es el otro destino: el de quienes arriban buscando oportunidades (que en muchos casos no obtienen en sus lugares de origen) y terminan por arraigarse y echar raíces con todo y familia, que aquí construyen o que los vienen siguiendo. Para ellos este destino tiene múltiples significados, pero el fundamental es el de obtener una vida digna y en paz.

Lamentablemente el destino está viviendo una serie de desequilibrios sociales que afectan a la comunidad. Los hechos y las cifras se dan a conocer en los medios de comunicación, de vez en vez, con la alta necesidad de que trasciendan poco y rápidamente pasen a olvido con el argumento de que “hay que cuidar el destino”.  Los hechos críticos ahí están y no desaparecen porque se les minimice o se oculten. Más cuidado estaría el destino con políticas públicas y acciones sociales que por lo menos los reduzcan.

En ese sentido llama la atención que el obispo católico de la localidad exprese abiertamente su preocupación por la descomposición social que se vive, “donde la violencia intrafamiliar y los asesinatos derivados de este fenómeno van a la alza.”

Publicado por
Redacción Quintana Roo