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¿Conflicto de Uber… o de Ubre?

Las opiniones encontradas por Uber siguen generándose. Mientras por un lado el gremio taxista, desde sus líderes hasta sus operadores, rechazan el servicio de esta empresa por considerarlo atentatorio contra sus interese, por el otro el colectivo social, que es la mayoría, aplaude su ingreso y exige a las autoridades se le permita operar, cansado de los abusos cometidos cotidianamente por esos hoy preocupados defensores del sector.

A final de cuentas lo que se tiene que hacer es aplicar lo que dicta la norma en la materia, pero aquí las grandes preguntas continúan siendo: 1.- ¿Quién autorizó a Uber entrar a la competencia, con una Ley que por lo menos en el estado no le favorecía? Y 2.- ¿Quién o quiénes son realmente los beneficiarios con el desplazamiento de los tradicionales sindicatos de taxistas y choferes, con la llegada de este nuevo servicio?

En nuestra pasada entrega escribimos que el gobernador electo, de acuerdo a declaraciones de su enlace de Transporte, Sergio González Rubiera, veía con buenos ojos la llegada de Uber y que según éste mismo ya tenían diseñada una nueva Ley en la materia más moderna, ordenada y funcional, que habrían de aplicar tan pronto iniciase el nuevo Gobierno, aunque cuestionamos también la brusca –y algo adelantada– manera de soltar la noticia en los momentos más álgidos de la transición de poderes.

Sin embargo, información recibida por el columnista apunta a que el conflicto fue diseñado desde la cúpula del feneciente poder estatal, con la finalidad de dejarle un broncón a Carlos Joaquín con los taxistas, pero también dibujada la estrategia de aventar al ruedo a pelear hasta morir –que ese parece será su destino– al hasta hace poco aliado e intocable sindicalismo transportista, merced a pleitos fuertes entre el gobernador y algunos líderes que datan de la campaña electoral y que tienen su origen, dicen, en favores no cumplidos y traiciones.

Eric Castillo, el dirigente del sindicato más grande y fuerte, que es el de Cancún, ha tomado la batuta en la defensa del sindicalismo que parece tener sus horas contadas dentro de los nuevos planes que trae el Gobierno entrante, el cual ha convocado para este lunes a una reunión donde, se anticipa, convocará ahora a movilizaciones regionales aprovechando que Uber anda también a las trompadas con los ruleteros de Yucatán y Campeche, que tampoco los quieren en sus territorios.

En todos los casos el común denominador, más allá de la legítima defensa –que la es– de la fuente de trabajo de miles de taxistas, son las alianzas y las negociaciones de poder político y económico que estos grupos representan, aquí sí no para todos, sino sólo para unos cuántos. Y en cuanto a Castillo, el tiempo se le agota pues le quedan dos meses a la cabeza de su gremio, por lo que supone que con estas presiones podrá convencer a Carlos Joaquín de que deje las cosas a como están pero, nos cuentan, poco logrará y, para lo que le falta, ni siquiera será factor en la negociación.

Publicado por
Redacción Quintana Roo