La historia es sorprendente: embarra en el rostro de todos lo cara dura que es nuestra raza que suele darse aires de superioridad; el refrán de: “Quién no conoce su historia está condenado a repetir sus errores” es algo burdo que nadie le da el peso que realmente se merece.
Se esfumó de ésta faz un gran líder para muchos y un dictador para otros; el “Queriodiado” Comandante Fidel Castro, quién en ambos sentidos dejó huellas indelebles que la historia ha consignado. Es fácil mencionar lo mal que la pasaron los cubanos durante la supuesta dictadura de éste personaje, de la necesidad que tenían de huir para encontrar finalmente una supuesta libertad, en especial en ese magnánimo país donde los sueños se hacen realidad (Estados Unidos).
Tendremos que replantearnos qué son en verdad esos sueños americanos: primeramente, es un sitio donde supuestamente hay una democracia y libertad, donde por ejemplo, a pesar de que el voto popular le dio el gane en las elecciones a la señora Clinton, la verdad fue otra. Ganó quien no obtuvo la elección popular sino el voto mayoritario de un grupúsculo de poderosos. Así que en el fondo, es una república maquillada por un falso entendimiento de lo que significa la misma y por desgracia, es ese pueblo fue el que siempre reclamó que Cuba vivía bajo una dictadura. ¿Irónico no?
Los cubanos han buscado arribar a una independencia con efecto placebo, que sólo los que vivimos bajo los parámetros de la oferta y la demanda tenemos el derecho a gozar; ese acto de encantamiento que nos envuelve en créditos interminables y que cumplen su doble función: satisfacernos y enriquecer a los poderosos.
¿Cierto?