Quizá muchos creen que darle un celular a un niño o adolescente es el mejor regalo, pero lo que no saben es que si este artefacto va con internet incluido es la puerta que lo podría llevar sin límite a una serie de informaciones, que con el tiempo puede dañar la formación del menor. El uso excesivo del teléfono celular es un hecho que se ha incrementado a pasos agigantados en la última década.
En el mundo entero la demanda del mismo ha sido y es marcadamente creciente, debido a diversas causas como son: su costo relativamente accesible, su fácil manejo, su uso como un medio de comunicación masiva, entre otras. Desde esta institución destacan que los adolescentes otorgan un valor fundamental a las nuevas tecnologías y a la internet, como un signo de identidad y de estatus, y su uso se ha convertido en prioritario en su vida. Antes para los progenitores el celular que llevaban sus vástagos significaba tenerlos controlados y localizados, y les aportaba tranquilidad, explica el informe de este centro.
Pero ahora, después de ver que los jóvenes van a todas partes con estos dispositivos y los consultan continuamente mientras están en la mesa o estudiando, los padres perciben que las nuevas tecnologías pueden ser una gran amenaza que genera en los jóvenes una conducta adictiva. El celular no puede ser una herramienta de uso privado de las personas menores de edad, tiene que haber un control estricto sobre el mismo.
El padre o encargado debe de darle a entender al menor que es toda una responsabilidad el tener un aparato de este tipo, velar para que sea utilizado de la mejor manera y explicarle las consecuencias de visitar páginas con contenidos prohibidos para su edad como lo son las paginas sexuales. Las señales para que un adulto detecte que el niño o adolescente está accesando a información inadecuada son: el aislamiento, tiempos excesivos con el celular, cuando buscan horas a destiempo para usarlo e incluso el verlo nervioso al pedirle el celular.