Cuando el señor Trump triunfó y se convirtió en presidente de una de las naciones más poderosas del mundo, los memes no se hicieron esperar en nuestro país, en especial uno que comparaba a ambos presidentes: “Ahora si sabrán que es tener un presidente (x%$”?) incapaz” y sí, efectivamente, a lo largo de sus 100 primeros días ha venido demostrando que su habilidad como estadista es poco certera; sobre todo con la insistencia necia de levantar un muro en la frontera, cuestión que le ha llevado a solicitar un presupuesto exorbitante y por obviedad, le ha sido negado.

Pero no sólo en eso ha tenido desaciertos, en otras cuestiones aún más, como su empecinamiento de deportar migrantes y cerrar sus fronteras, llegando al punto de querer cobrarles una especie de multa a los estados que se han convertido en paraísos de migrantes, por la defensa que de ellos se está haciendo y obviamente, le fue negado por un juez que considero un atentado contra los Derechos Humanos.

Seguramente seguiremos escuchando de ideas obtusas por parte del señor y sobre seguro le seguirán negando muchas de sus peticiones y entonces, debemos hacer el comparativo con nuestro tipo de gobierno y su toma de decisiones en asuntos que a todo mexicano afecta.

Resulta que el Ilustrísimo Peña, durante sus casi ya cinco años de ineficaz, maquiavélico y draconiano gobierno, ha hecho y deshecho a su antojo, no existiendo poder humano o legal que le ponga un alto o le eche para atrás sus propuestas, muy por el contrario, pareciera que de manera generalizada la bancada política le apoya en cada una.
¿Acaso no existe una legislación adecuada que frene tales situaciones?