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Carta pastoral (Última parte)

9.- Iniciar la preparación para este magno acontecimiento de bodas de oro de nuestra Prelatura con un año jubilar eucarístico será la forma más hermosa de celebrar los 500 años de la primera Misa en territorio nacional.  A través de la tradición de las “cuarenta horas”, de parroquia en parroquia  se podrá tener adoración eucarística ininterrumpida todo el año.

10.- Actualmente contamos con 15 capillas de adoración perpetua. Otro gran fruto de este Año Eucarístico y de este jubileo sería doblar ese número y tal vez llegar a tener 50 capillas de adoración perpetua con motivo de los cincuenta años. La Eucaristía hace a la Iglesia y la Iglesia hace la Eucaristía. Somos una Iglesia joven en marcha misionera que necesita llegar a esa madurez de la vida cristiana que le haga evangelizada y evangelizadora, misionada y misionera. Sólo desde la Eucaristía brotara esa madurez eclesial porque ella es la fuente y el culmen de toda la vida y misión de la Iglesia.

11.- Una devoción que ha ido en aumento son las horas santas de los jueves sacerdotales o también con motivo de otras fiestas o necesidades. Ahí el corazón se ilumina y se llena de paz. Promover la adoración al Santísimo en todas sus formas es un gran reto y una gran necesidad. Pasar largos ratos ante el Santísimo Sacramento hoy es una necesidad apremiante en medio de este mundo que con su ritmo acelerado y sus ruidos estridentes tanto nos estresa y nos inquieta. En ese remanso de paz es donde recobramos la serenidad y la claridad del espíritu.

12.- Tal vez el fruto  más valioso y urgente es lograr mayor asistencia a la Misa dominical con una participación más viva y fervorosa. Que esa Misa sea un encuentro personal con Cristo vivo.  Que no se pierda esa buena práctica de la asistencia asidua cada domingo a la Iglesia donde en familia puedan recibir el pan de la Palabra y el Pan de la Eucaristía que alimente y fortalezca su camino como a los discípulos de Emaús.

13.- Un reto pastoral que necesitamos urgentemente atender es la celebración semanal dominical ahí donde el sacerdote no puede llegar. Multiplicar y formar integralmente a los ministros extraordinario de la comunión para que ellos ofrezcan ese servicio en cada comunidad por más remota o alejada que pueda estar. Que repartiendo el Pan de la Eucaristía puedan también compartir cualificadamente el pan de la Palabra con sus hermanos.

14.- Para despertar y reavivar  el estupor eucarístico necesitamos hacer la experiencia personal de ese estupor y buscar una catequesis mistagógica más profunda y vivencial. Tal vez explicar detalladamente las partes de la Misa y su significado a lo largo de este año como una especie de monición antes después o durante la Santa Misa.

Publicado por
Redacción Quintana Roo