He aquí navegando en las aguas de las candidaturas independientes, las que se calientan ante la nueva y única opción que significan para el electorado del país, y Quintana Roo no es la excepción, por la decadencia y el descrédito del sistema de partidos, los que se han convertido en franquicias de grupos de intereses políticos y económicos; y por si fuera poco, ahora simulan espacios ciudadanos y hasta hacen alianzas entre ellos.
Muy atrás en la historia partidista de México y de Quintana Roo, quedó servir para el bien común de la sociedad desde los institutos políticos, se convirtieron tan sólo en la vía para el registro de candidatos que garanticen los intereses del poder en turno, y en particular de los grupos locales. Así fueron dilapidando su capital político-electoral hasta no poder ganar una elección por sí solos, e ipso facto surgieron las coaliciones, las alianzas, similares y conexos.
Por último, los partidos políticos reformaron sus documentos básicos para incluir las candidaturas ciudadanas, con las que tampoco han tenido éxito (salvo algunas excepciones con artistas y deportistas) por la falta de credibilidad y de comunicación política que tienen con el electorado, más allá de su base, de su voto duro. Ni el derroche de dinero en los comicios, ni el acarreo de turismo electoral, les fue suficiente ni garantía para ganar.
En este contexto, la democracia a la mexicana, la más cara del mundo, vive su crisis más aguda desde las instituciones que deben regularla, el sistema de partidos, y en general el Estado en sus tres expresiones: Ejecutivo, Legislativo y Judicial. De frente al proceso electoral del 2018, en el que se renovarán la presidencia de la república, el Congreso de la Unión, y en el caso de Quintana Roo, las presidencias municipales ya con la opción de reelección, el nuevo paradigma serán las candidaturas independientes.
Esta nueva figura que llevó a sus impulsores una decena de años posicionar en tierra firme, ante la resistencia de los partidos políticos, es aún inacabada, inequitativa, con candados que la condenan a un esfuerzo mayor, a navegar entre la tempestad de la corrupción partidista; aunque no hay nada que la voluntad electoral no pueda cambiar, verbigracia el triunfo Carlos Joaquín González como gobernador, con el voto del hartazgo a los dos sexenios de corrupción y saqueo de Félix González Canto y Roberto Borge Angulo.
Las candidaturas independientes son ahora la nueva y única opción que tienen los ciudadanos en busca de algo diferente, empero por ello, en el azul profundo los grupos de poder ya navegan en el pirataje para hacerse de estos espacios, cueste lo que cueste son ahora la vía para garantizar el gran botín político y económico. Y es precisamente lo que la ciudadanía debe evitar con su abierta participación, ocupando estas posiciones, y definiendo la elección con su sufragio.
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