Los ciudadanos pagamos nuestros impuestos que el Estado los administra y destina al pago de una improductiva nómina de amigotes y asesores del poder. Otra parte va para la prestación de servicios mal prestados como seguridad, educación y salud.
De lo que queda, una parte lo utiliza para realizar obras de infraestructura que, en general, se fondean más en partidas federales que estatales.
El resto lo utiliza en el pago parcial de la deuda pública y proveedores que los mismos gobernantes contraen para permanecer en la política, quedando el remanente del presupuesto público para la ayuda social.
El poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente, decía John Emerich Edward Dalkberg Acton allá por 1897.
La corrupción fomenta la crisis y acentúa la pobreza en cualquier nación que la padezca.
Pero, los políticos que arman su estrategia de campaña electoral a caballo de la lucha contra la corrupción, realizan discursos encendidos en contra de su erradicación, pero, quedan sólo en eso porque la gran maquinaria burocrática les gana la partida al no poder controlar los nichos de corrupción permanentes o, al no seleccionar a los colaboradores más idóneos y éticos para que lo ayuden a combatirla.
Los políticos arman su discurso, planifican su estrategia y, como lo vemos diariamente hacen discursos que enternecen sobre su noble propósito de dignificar la vida de los sectores sociales sin exclusiones de norte a sur.
Organizan actos para entregar títulos de propiedad a los más humildes, se sacan fotos y, las usan luego para su propaganda proselitista porque, los políticos están en campaña permanente para escalar posiciones de poder.
Lo único que es genuino es la alegría de la gente pobre al recibir migajas de asistencialismo que sonríen para la foto con el político de turno comprendiendo a quien tienen que agradecer.
Agradecimiento que se verá reflejado en la próxima elección concurrente de junio 2018.
Gestión social
En definitiva, la labor de un buen gobernante es la de mantener cercanía con la ciudadanía.
En el caso de los municipios, esto es fundamental porque esta es la puerta más cercana de los vecinos para poder exponer sus necesidades e inquietudes.
Este esquema funciona a la perfección en Isla Mujeres puesto que su presidente municipal Juan Carrillo Soberanis se reconoce como “un vecino más” en la búsqueda de llevar mejores condiciones de vida a los isleños.