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Banderas

Pocos años, como en este 2016, me he sentido tan lejano de las celebraciones de la Independencia. Ya conté que el tradicional concierto de Fernando de la Mora, en el Auditorio Nacional, el año pasado y el antepasado, fue uno de los puntos de desfogue –discreto– para algunos espectadores al momento de aparecer la imagen de la pareja presidencial rondando por el Palacio Nacional. No faltaron quienes se “colaron”, entre ellos algunos maestros disidentes para protestar por la reforma educativa. Y las tormentas siguen en el mismo sitio. No querían ser evaluados ni censados –como lo lograron en Oaxaca ante el turbio y mediocre gobernador Gabino Cué Monteagudo, rebasado por las presiones callejeras–, pero aseguraban contar con autoridad moral suficiente para examinar a sus alumnos. Y no les faltaba razón. Detrás de la iniciativa peñista se escondían las verdaderas razones: expulsar a los mentores incómodos y llenar las plazas con los sumisos para hacer con ellos cuanto le plazca al gobierno, incluso en materia electoral como en los mejores años de la “novia de Chucky”.

Aseguraban, y muchos no les creyeron, que debía evaluarse al presidente y los miembros de su gabinete, antes que a ellos, sin considerar que, teóricamente, quienes ocupan cargos por la vía del sufragio universal se someten invariablemente al consenso de la ciudadanía en las urnas o a la legitimidad de sostener la voluntad mayoritaria de la que carece el actual mandatario. Desde luego, estos cálculos no eran los más favorables para su causa además del paro sostenido alrededor de un sitio emblemático que mantuvo a los protestantes por detrás del Movimiento de la Revolución en donde las tumbas de Madero, Carranza, Villa, Obregón, Calles y Cárdenas, que podrían haber sido profanadas por los vándalos infiltrados, no por los mentores, con la mayor tranquilidad considerándose que los grupos exaltados están muy bien parapetados dentro de la estructura oficial.

Publicado por
Redacción Quintana Roo