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Asumidos (segunda parte de dos)

Emilio Uranga, mencionaba acerca del mexicano:”…se siente débil por dentro, frágil. Tiene técnicas de preservación y protección para impedir que los impactos del mundo lo alcancen y hieran. De aquí también su delicadeza, las formas finas de su trato, el evitar las brusquedades, las expresiones groseras. Pero también esa constante preocupación por escurrir, por pasar inadvertido y la consecuente impresión que desde fuera da el mexicano de evadirse y escabullirse, de no darse a notar.”
Las razones de tal comportamiento tienen su razón histórica: lo último fue la visita del señor Trump a nuestro país, previo a su triunfo en las elecciones y el ridículo recibimiento de la comitiva mexicana, así como las agresiones de éste con su muro y sus deseos de terminar el TLCAN y para rematar, el retorno de todos los ilegales con antecedentes. En definitiva, ¿Qué pueblo tiene ganas de exigir que las cosas vayan bien considerando éstos antecedentes a lo largo de la historia del país?
Parece ser que ser parte de una sociedad asumida-sumisa, es beneficioso no sólo para el pueblo mismo, quienes sufren estoicamente cualquier frustración y evitan violencia por parte de las autoridades hacia ellos de forma física, sino que también para los mismos servidores públicos resulta excelsa, pues no tienen que generar estrategias de contención por protestas constantes, ni bloqueos ni mucho menos por un paro nacional.
Ciertamente que la sociedad mexicana permite que ladrones, estafadores y corruptos lleguen hasta sus curules y saqueen el erario sin vergüenza, con mucha diligencia y sin nada de remordimiento, una sociedad así es de oro para toda política mundial.

Publicado por
Redacción Quintana Roo