Tiene una capacidad extraordinaria para llamar la atención y para influir en la agenda. Unas veces la confrontación verbal extremosa y florida lo lleva al filo de los disparates. En otras, es el más acucioso conciliador con propuestas finas.
Veámoslo de esta manera: la política en el mundo está girando hacia la derecha. El “Brexit” puso al Reino Unido fuera de la Unión Europea con un inmediato efecto devastador. Los magnates mundiales habrían perdido de un plumazo unos 127 mil millones de dólares. El rebote, como siempre, es contra la gente común: educación y salud serán los rubros más afectados. A Donald Trump no le importa: se relame los bigotes porque la tendencia puede ayudarle a llegar a la Casa Blanca.
En España las izquierdas fueron incapaces de ponerse de acuerdo después del equilibrio inestable resultante de las elecciones pasadas y ahora, por estar jugando con fuego, los ciudadanos han votado mayoritariamente a la derecha. Lo sucedido recientemente en México cuenta: el PAN se hizo la primera fuerza electoral en varios estados, mientras, simultáneamente, la movilización social se incrementa en las calles del país, por una u otra cosa, un día y el otro también.
AMLO olfatea la tendencia general y toma la iniciativa proponiendo conciliación: detener la violencia, reformular la reforma educativa mediante un consenso general y pasar de inmediato a un “gobierno de transición” ¡encabezado por Peña Nieto! para el último tercio del gobierno. Se está dando cuenta que el gobierno actual tiene dificultades para mantener estable la situación y quiere cerrarle el paso al regreso del PAN. Es un giro estratégico clave y posiblemente de largo aliento: AMLO le está diciendo al PRI (e indirectamente al PRD) que se reformule el pacto nacional priorizando los acuerdos del centro hacia la izquierda y que lo incluyan. Todo un acontecimiento.