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¡AH, QUÉ HELICÓPTERO ÉSTE!

Desde su muy desenfadada perspectiva, para el senador priista Emilio Gamboa Patrón el asunto del aterrizaje del helicóptero en que viajaba con sus “cuates” –cómplices, dicen otros– sobre un Área Natural Protegida frente a las costas de Progreso, Yucatán, el fin de semana pasado, se trató tan sólo de “un error”. Y no de un error humano por lo que vemos, sino mecánico… del propio helicóptero.

En un supuesto reconocimiento público de los hechos, como si eso le atenuara en algo la responsabilidad por los daños causados a un arrecife natural, Gamboa Patrón culpó no una, sino dos veces, a la aeronave por haber cometido ese “error”.

A través de su cuenta en la red social Twitter y después en un comunicado donde intentó minimizar su presencia a bordo del aparato que violó innumerables leyes federales de protección al ambiente, el legislador yucateco aclaró que él sólo iba como “invitado” a ese paseo; que el helicóptero era rentado y que “lamentaba las molestias” ocasionadas por el viento de las aspas al aterrizar a otras embarcaciones en la zona.

Así mismo, se disculpó por el daño causado a un pequeño bote inflable –suponemos que salió volando– que, también aclaró como buscando el perdón social, ya había sido “reparado”. Del daño al arrecife,  no mencionó una sola palabra. No fue tema importante para él.

“Reconozco el error cometido por el helicóptero (primera vez) en la Isla de Alacranes y estaré atento a las investigaciones. Lamento los hechos sucedidos”, explicó el priista en su cuenta @Emilio_Gamboa_ de la red social del pajarito.

“Fue un error que el helicóptero (segunda vez) nos haya bajado ahí y lamento que esto haya sucedido. Estoy enterado que la Profepa realiza trabajos de investigación para deslindar responsabilidades y estaremos atentos a los resultados de las investigaciones”, reconfirmó después en su poco creíble comunicado, sobre todo si nos atenemos a la importancia y seriedad que estos personajes de las eras más oscuras y corruptas del priismo nacional le otorgan a las instituciones del país.

Ni en uno ni en otro texto, reconoció Gamboa Patrón la culpabilidad, ya no digamos del piloto, que seguramente sólo obedeció órdenes, sino del empresario y prestanombres suyo en innumerables negocios y concesiones públicas, Emilio Díaz Castellanos, dueño del lujoso yate que esperaba a la privilegiada comitiva que llegó por los aires y que, por lo que se entiende, fue éste quien rentó el aparato.

Todo mundo en Yucatán conoce muy bien y respeta esta Área Natural Protegida, por lo que la pregunta obligada a Gamboa, por muy “invitado” que haya sido al paseo, es: ¿Por qué siendo senador y promotor de leyes no prohibió al piloto descender? ¿Por qué no canceló la diversión, para ir a reportar los hechos personalmente ante las autoridades y entregar a los responsables?

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Error señor Gamboa, es ponerse los calcetines de colores diferentes. Lo que usted, su socio o el irresponsable helicóptero cometieron, fue un delito grave que, cualquiera sin fuero ni influencias, lo paga con prisión… o con deshuesadero.

Publicado por
Redacción Quintana Roo