Parece que fue ayer, cuando vientos superiores a los 200 kilómetros por hora sacudían todo lo que se encontraba en su paso por el paradisiaco Cancún; una lluvia copiosa caía sobre la joya de la corona del caribe mexicano.
Información de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) determinaba al día siguiente que la precipitación fluvial durante 24 horas fue superior a mil 600 milímetros; es decir, el agua que cayó fue lo que llueve en la Ciudad de México o Puebla durante dos años, para dimensionar la gravedad del asunto.
Y si, parece que fue ayer, pero ya transcurrieron 13 largos años. Nos referimos por supuesto al huracán Wilma, uno de los fenómenos hidrometeorológicos que han impactado con mayor severidad al Caribe mexicano.
Sin duda Gilberto en 1988, y Wilma en 2005, han sido los monstruos marinos más feroces que han visitado nuestro destino en los últimos cien años; aunque hace 51 años también llego otro ciclón que alcanzó la categoría 5 en la escala Saffir Simpson, su nombre Beulah, que en 1967 impactó la Península de Yucatán hasta alcanzar el estado de Texas, en Estados Unidos.
El huracán Beulah fue por cierto quien inclinó el faro que se ubica en Puerto Morelos; veinte años después en la década de los años ochenta los pobladores de este destino, que actualmente es el municipio más joven del país, trajeron un tractor con el fin de enderezar el faro. Sin embargo, no lograron moverlo y prefirieron que quedara así; hoy ese faro inclinado es el emblema de este bellísimo y aún pueblerino lugar Puerto Morelos, comandado por Laura Fernández Piña, su primera presidenta municipal.
Pero retomando el recuerdo de hace 13 años, Wilma era un fenómeno atípico, incluso así lo calificó la Organización Meteorológica Internacional, y es que el huracán recorrió territorio cancunense de forma muy lenta, como si fuera un turista buscando el lugar idóneo para pernoctar.
Su lentitud iba magnificando los daños a su paso, los destrozos se multiplicaban, el meteoro era inmodelable, impredecible. Este reportero escuchó un sinfín de pronósticos antes de la llegada del fenómeno y prácticamente todos los especialistas habían errado en su predicción, menos uno, su nombre, Michel Rosengaus, quien desde aquella ocasión se convirtió en lo personal, el mejor en su especialidad.
El Dr. Rosengaus fue coordinador general del Servicio Meteorológico Nacional de México y es actualmente consultor privado en Hidrometeorología , así como colaborador de este portal, es un privilegio contar con una fuente de cabecera tan profesional fuera y dentro de su ramo.
La exactitud con que Michel Rosengaus pronosticó el paso de Wilma fue evidente cuando al pasar el fenómeno observaba las principales calles de la ciudad devastadas, parecía zona de guerra, como si hubiera caído una bomba, postes de luz y telefonía recostados sobre las banquetas y el asfalto, autos tapados por el agua, negocios y casas con ventanas y puertas derrumbadas.
En fin, un escenario que sin pena a decirlo me provocó que se me salieran un par de lágrimas. Los que queremos esta ciudad, que somos la mayoría que vivimos en ella, seguramente lo comprenderán. Ver tu ciudad en esas condiciones causaba tristeza.
Sin embargo, como en toda población hay gente buena y mala, estos últimos aprovecharon la desgracia para delinquir; los robos a negocios y casas habitación no se hicieron esperar, fue terrible y es deprimente ver cómo mucha gente en lugar de apoyar para la causa, abusa de ella, saqueando establecimientos y otros también hay que decirlo, ocultando los alimentos y víveres.
Más allá de esa nube gris de carácter social, que desafortunadamente se dio en la contingencia climática de aquel 21 de octubre de 2005, éste reportero se queda con los hombres y mujeres que decidieron levantar a Cancún. Entre ellos autoridades, empresarios, hoteleros y los más importantes la población en general , de manera innata miles de cancunenses nos organizamos con los vecinos para vigilar y ayudar en la reconstrucción de nuestra zona.
Como siempre que existe alguna tragedia, la mayoría de los mexicanos nos solidarizamos para poder salir avante, fui testigo presencial en el terremoto de 1985 en la Ciudad de México y también en el huracán del 2005 en Cancún. ¿Y usted, que recuerda de Wilma?