Nacer, crecer, reproducirse y morir, pareciera una forma sencilla de explicar el paso por esta vida, de los seres vivos, y en particular el caso de los seres humanos no es la excepción; sin embargo, hay que analizar desde varias perspectivas ese transitar, que, en la mayoría de los casos, es más diversificado de lo que parece.
Además de las etapas comunes de infancia, pubertad, adolescencia, adultez y senectud, existen también las clasificaciones de etapa productiva y no productiva, y justamente en la primera es en la que cada día y en cada lugar, hay grandes diferencias.
En el caso de la cultura en zonas turísticas como lo es Cancún, se ha llegado al extremo de hacer una clasificación dentro de la misma edad productiva, que deja fuera del mercado laboral a un gran porcentaje de hombres y mujeres que, aun teniendo todas las habilidades y capacidades en su máximo esplendor, por tener 40 años o más, se complica su incorporación al sector productivo.
En otras palabras y de forma implícita, se cae en un tipo de discriminación por la edad, y en el otro extremo se tiene la expectativa de que los jóvenes de 20 años cuenten con la experiencia de uno de 40, porque la pregunta obligada de cuál es la experiencia que se tiene, deja fuera o en desventaja a quienes recién egresan de las universidades.
La modalidad de la educación por competencias, viene a resolver en gran medida los casos de los jóvenes de 20 para que cuenten con la experiencia requerida y eso les facilita el acceso a grandes oportunidades de trabajo, lo que aún queda pendientes precisamente el caso de los hombres y mujeres de la segunda edad, aquellos que tienen experiencia, energías y conocimiento, pero su defecto en determinado momento seria encontrarse en el rango de 40 a 60 años de edad.
Grande es el reto de romper con los paradigmas en ese sentido, y dejar abierta la posibilidad a todas y todos, para lograr oportunidades que permitan la plenitud y participación activa de quienes conforman este segmento de la población.
40 y 20, la combinación perfecta en una sociedad imperfecta.