Lázaro Cárdenas,Quintana Roo.-Solo recuerdos y algunos vestigios quedan de la zona azucarera de la ex hacienda “Lab Kah” (Pueblo viejo), hoy Solferino y San Eusebio, ubicada en la zona norte de Lázaro Cárdenas, Quintana Roo, donde algunos habitantes aún luchan por resguardar lo poco que queda, ya que las autoridades municipales y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) no muestran interés en conservarla.
La historia inicia desde el “Porfiriato” (1876-1910), cuando la tierra se entregaba en concesión a empresas agrícolas, constituyéndose de esta manera grandes latifundios como la Compañía Agrícola, que ocupaba una extensión gigantesca de terreno en el noreste de la Península, con oficinas en el actual pueblo de Solferino, donde existían plantaciones de caña de azúcar, cacao, algodón y plátano, y además se explotaba el chicle, así como las salinas de las costas de Holbox y Chiquilá.
San Eusebio, Monte Bravo y la hacienda Solferino eran parte de esa zona cañera y campamentos chicleros administrados por el “Banco de Londres y México”, que movía la producción de azúcar y chicle en Kantunilkin para concentrar estos productos en Leona Vicario, luego llevarlos a Puerto Morelos y embarcarlos para su comercialización en este país y en el extranjero
Domingo Ramírez Collí, nacido en Tizimín, Yucatán, pero traído a Solferino desde muy niño, recuerda los relatos de los primeros fundadores, quienes decían que la relación comercial del territorio iniciaba desde el Cuyo, Yucatán, pasando por Solferino y luego a Leona Vicario, ya que durante mucho tiempo se quedaron entre la selva los rieles del “truck” (similares a una vía ferroviaria), donde se colocaban carretones que eran jalados por mulas que sustituían cada cuatro leguas (16 Kilómetros) para no cansarlas.
“Nuestros abuelos nos contaban que nunca vieron cómo trajeron las maquinarias de los trapiches ni cómo desaparecieron, quizá porque en aquel entonces no había ni la mínima idea de que se necesitaba conservar y sustentar nuestra historia”, dijo.
El pintor Lino Baas Cruz, quien funge como cronista no oficial de la población de Solferino, tiene plasmado en óleo, basada en relatos, la imagen de la hacienda en 1880.
Baas Cruz, además de ser pintor y escultor, promueve la creación de un museo en el único edificio que queda frente al parque de Solferino, y que en esas fechas servía como oficinas del “Banco de Londres y México”.
Dijo además que pretende exponer algunos objetos rescatados, aunque por otro lado realiza gestiones para recuperar un cañón que fue llevado a Cozumel por una persona que se lo compró a un ejidatario.
Explicó que existen datos históricos asentados en documentos y archivos que se encuentran en Tizimín, Mérida y Valladolid, Yucatán.(Luis Méndez/Quintana Roo Hoy)