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Doña Mari, la alegría de vivir y trabajar día a día

FELIPE CARRILLO PUERTO, Quintana Roo.- María Poot Bellos, nacida en la ciudad de Chetumal, Quintan Roo, comentó que desde que llegó a Felipe Carrillo Puerto su trabajo ha sido de pepenar todo lo que pueda servir para reciclar.
Señala que de esa forma logra atender el sustento familiar, ya que al quedar viuda encontró en esa actividad, la que desempeña en compañía de su hijo, una forma de obtener dinero.
Relató que desde temprano sale a las calles a revisar botes de basura, recolectar envases de plástico y aluminio que servirá para vender y tener un recurso para su solvencia económica.
“Desde temprano, con los primeros rayos del sol empiezo a recorrer calle por calle y colonia por colonia, buscando el reciclaje que voy a llevar a vender para tener unos pesos y poder comprar comida, además de pagar mi consumo de luz y agua, porque los servicios se tienen que pagar”, relató.
En una pausa de su largo peregrinar por las calles de este municipio, el que recorre a golpe de pedal en su cansado triciclo, mientras su rostro muestra los estragos de pasar tanto tiempo bajo los rayos del sol, pero sin perder el ánimo por vivir, buscó la sombra de un árbol para descansar.
Con un refresco embotellado en una mano y una bolsa de frituras de maíz en la otra, mantenía la mirada perdida en algún punto mientras los recuerdos de otros tiempos paseaban por su cabeza.
Pese a las adversidades su rostro se iluminaba con una sonrisa, franca y sincera, al ofrecer de sus botanas, porque “mi madre nos tiene inculcado que no debemos de comer ante la presencia de una persona sin antes invitarle. Nosotros somos pobres pero bondadosos, es por eso que varias personas ya nos aprecian, nos guardan las latas, envases de plástico y varias cosas que saben que podemos vender en las recicladoras y así ganarnos unos pesitos”, dijo Doña Mari.
Ya relajada sigue platicando, “la vida me ha dado grandes satisfacciones, tengo a un hijo que me apoya en el trabajo. Los dos luchamos todos los días para que no nos falte algo de comer, a diario salimos a buscar algo que podamos vender, trabajamos en dos tiempos, paramos a medio día, después de comer volvemos a salir a buscar más envases.
A las 7 de la noche llevamos a vender todo lo que hemos recolectado y gracias a dios nos ganamos nuestros 100 pesitos”.
La pausa ha terminado y a pesar de que su andar refleja el paso de los años, no pierde la alegría por vivir y la confianza de tener un buen día que le permita conseguir lo suficiente para no tener una vida “tan apretada”.
Sube a su triciclo, y lentamente se pierde entre las calles, en busca de material que pueda reciclar y vender.
Alejandro Valdez/QUINTANA ROO HOY
Publicado por
Redacción Quintana Roo
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