CANCÚN, Q.Roo.- Ni el sol, ni las altas temperaturas, son un obstáculo para que Sebastián, salga a diario a buscar el pan de cada día, en una ciudad con mucho empleo, pero con pocas oportunidades, así es como el joven describe a Cancún.
Sebastián diariamente trabaja alrededor de las 11:30 horas en el cruce de las avenidas Andrés Quintana Roo con Industrial, en este lugar lanza los machetes por el aire, mientras su familia: esposa de 25 años y sus dos hijos de 3 y 4 años lo acompañan y lo observan a distancia como se gana el pan de cada día.
Fue en el 2010, cuando enfrentó una crisis económica en el estado de Chiapas, ahí decidió buscar un nuevo sendero, eligiendo Cancún, su opción para vivir; amigos le platicaron que en esta ciudad los “únicos que se mueren de hambre son los huevones” y así fue.
Esta avenida fue escogida casi por obligación, ya que los policías fueron quienes lo orillaron, primero lo corrieron de la avenida Nichupté y luego de la Kabah, en esta última ha permanecido los últimos meses, pero siendo el punto central de las regiones 95, 96, 97 y zona industrial, le ha resultado productiva, pues en un día bueno se gana hasta 200 pesos.
“Prefiero hacer esto que ponerme a robar, como otros hacen. Les hago un pequeño espectáculo con el malabar de los machetes y ellos me lo agradecen con una moneda y yo se los agradezco de todo corazón, pues es la comida de mis hijos”, dice desde la altura que le dan los sancos en los que se monta para trabajar.
Sebastián, cubre su rostro, pelo y torso con una crema plateada, como hacen los mimos; usa tres machetes reales para su espectáculo, los cuales lanza al aire sin permitir que estos caigan, y si por alguna causa alcanzan el suelo, los levanta y sigue, como hace con su vida.
“No estudié y ahora me tengo que fletar, no hay de otra”, expresó con un tono con sabor a resignación mientras echa una mirada a su familia, que se encuentra en el césped, corta la entrevista y se encamina al pavimento. Sus largos pasos le llevan a mitad de la calle y lanza por enésima ocasión las armas que le dan de comer. (Ricardo Méndez/Quintana Roo Hoy)