Jesús Vázquez
CANCÚN, Q. Roo
El logro de erradicar las temporadas bajas en Cancún ha traído como efecto colateral, el creciente el arribo de los llamados “superturistas”, un “segmento” identificado por el empresariado hotelero y restaurantero que se caracteriza por volcarse sobre los supermercados (de ahí el calificativo de superturistas) para pasarse tardes enteras en la playa surtidos de papas, refrescos y cervezas sin dejar mayor derrama en el destino.
Según estimaciones de la Dirección de Turismo de Benito Juárez, este perfil de visitantes podría llegar a representar hasta 2% del volumen total de turistas que capte Cancún durante las presentes vacaciones de verano.
Se trata de un fenómeno del cual hasta hace unos pocos años el Caribe mexicano estaba exento, por lo apartado del destino respecto de los principales núcleos urbanos del país y el costo elevado del boleto de avión. Sin embargo, la llegada de las aerolíneas de bajo costo y la oferta cada vez más creciente de casas o departamentos en renta por lapsos desde una semana hasta un mes están haciendo que el fenómeno comience a preocupar a los prestadores de servicios turísticos, explica Máximo García, vicepresidente de la Asociación de Hoteles de Cancún.
Uno de los sectores que más resiente este fenómeno es el gastronómico. Gabriela Delgado Tiempo, ex dirigente de la Cámara Nacional de la Industria Restaurantera y de Alimentos Condimentados (Canirac-Quintana Roo), asegura que este tipo de visitantes son cada vez más frecuentes sobre todo durante los fines de semana largos y los periodos vacacionales de dos o más semanas, como el verano y la Semana Santa.
Aunado al impacto del Todo Incluido, identificado por la Canirac como el de mayor impacto negativo en la economía de las empresas complementarias a la hotelería, el viajero promedio que visita Cancún se caracteriza actualmente por tener un poder adquisitivo mucho menor respecto del turista que captaba el destino hace no más de 10 años, asegura Delgado Tiempo, lo cual redunda en que el gasto promedio del visitante en servicios complementarios como restaurantes, compras y tours se haya desplomado a menos de la mitad en una década al pasar de 700 dólares por persona a sólo 400, según la última estimación de 2015.