La muerte de un guardia de seguridad afroamericano de 26 años, que fue abatido por la Policía cuando intentaba detener a un criminal, ha sacudido a la opinión pública estadounidense, informa The Washington Post.

La madrugada del pasado domingo Jemel Roberson trabajaba en turno nocturno en el bar Manny’s Blue Room, en la ciudad estadounidense de Robbins, Illinois, donde se produjo un tiroteo que causó varias víctimas. El joven logró acorralar al atacante, pero cuando la policía llegó al lugar abrió fuego contra él y no contra el sospechoso.

Según un portavoz de la Oficina del Sheriff del Condado de Cook, Roberson tenía una tarjeta válida de identificación como propietario con armas de fuego (FOID, por sus siglas en inglés).

Sin embargo, aún no se han revelado muchos detalles de lo sucedido. No queda claro si los agentes se identificaron, si Roberson estaba sosteniendo un arma o cuánto tiempo pasó antes de que los policiales lo abatieran a tiros.

El de Jemel Roberson es uno de los 841 casos similares registrados en Estados Unidos en 2018. De todas estas personas alcanzadas por disparos o asesinadas por oficiales de la policía en lo que va de año, 181 eran negras, según la base de datos del medio. Se informa que la mayoría de las 459 víctimas mortales, incluido Roberson, tenían un arma en el momento de ser abatidos.

Cortesía: RT