Jerusalén.- El inicio del curso escolar se acerca para medio millón de alumnos de la diáspora palestina, pero la UNRWA, la agencia de Naciones Unidas especializada que atiende a los refugiados descendientes de las familias desterradas tras el nacimiento de Israel hace 70 años, aún no sabe si podrán acudir a las aulas. “En el momento presente, no estamos en condiciones de garantizar en nuestras 700 escuelas el comienzo de las clases a finales de mes, y no solo para los 270.00 estudiantes de Gaza, sino para los más de 500.000 que acuden a nuestros centros en toda la región”, reconoce Chris Gunnes, portavoz en Jerusalén del organismo de la ONU.
Los supervivientes de los 700.000 palestinos exiliados por la llamada Naqba(desastre, en árabe) de 1948, junto con sus sucesores, conforman ahora una comunidad de más de cinco millones diseminada por Jerusalén Este, Cisjordania y Gaza, así como por Jordania, Líbano y Siria.
“No tenemos dinero suficiente en el banco para pagar a nuestros 22.000 profesores durante el próximo trimestre”, agrega este antiguo periodista de la BBC. “No exageramos cuando decimos que la decisión de la actual Administración de Estados Unidos ha generado no solo una crisis financiera, sino una crisis existencial”.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, acordó el pasado mes de enero congelar una sexta parte de la aportación a la UNRWA de su Gobierno, que destaca como primer contribuyente mundial —con 360 millones dólares anuales, el equivalente a una tercera parte del presupuesto anual— de la agencia para los refugiados palestinos. El mandatario republicano perseguía presionar a los líderes de la Autoridad Palestina para que aceptasen reanudar las negociaciones con Israel, que siguen rechazando tras el varapalo que supuso el reconocimiento de Jerusalén como capital del Estado judío, efectuado por la Casa Blanca a finales de 2017.
El recorte impuesto por Trump ha estrangulado las finanzas de la UNRWA, que llegaron a acumular un déficit de 446 millones (un 12% del presupuesto), posteriormente reducido a la mitad gracias a las aportaciones de donantes en junio.
A finales de julio, la agencia de la ONU anunció el despido del 13% de su plantilla (más de 150 trabajadores) en el programa de ayuda de emergencia para Gaza y Cisjordania, un recorte de personal que los dirigentes del organismo prevén ampliar si no consiguen equilibrar sus cuentas, que dependen de las transferencias de los Estados y organizaciones internacionales. Las actividades de trabajo comunitario, que sirven para proporcionar ingresos a una población depauperada, también han sido suspendidas en julio, al igual que está programado que cierren sus puertas en agosto las clínicas de salud mental y ambulatorios móviles. También puede llegar a suprimirse la distribución de los vales de comida para familias a final de año.
Las restricciones de gasto ya han generado estallidos de protestas en la franja de Gaza, donde dos terceras partes de sus dos millones de habitantes —registrados como refugiados originarios del actual territorio israelí— dependen de la ayuda internacional para sobrevivir. La pérdida de puestos de trabajo refuerza la bancarrota de un enclave donde la tasa de desempleo supera el 45%.
El nuevo vuelco dado por la Administración del presidente Donald Trump, tras décadas de consenso internacional sobre Oriente Próximo, amenaza con acelerar un colapso de la economía. La UNRWA da empleo a más de 30.000 personas —solo en la franja de Gaza tiene contratados a cerca de 13.000 trabajadores, entre docentes, personal sanitario y equipos de ayuda humanitaria. Sami Mshasha, también portavoz de la ONU para los refugiados palestinos, ha asegurado que la agencia “intentará mantener los servicios esenciales a pesar de la crisis financiera”, y en especial tratará de “minimizar el impacto sobre los refugiados que se encuentren en situación más vulnerable en Gaza”.
Desde Israel, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, se ha mostrado partidario de transferir los fondos de la UNRWA al Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados y disolver la agencia. “Solo sirve para perpetuar el problema de los refugiados palestinos y alentar su supuesto derecho de retorno”, argumentó.
La Administración de EE UU parece compartir esa voluntad de desmantelar la agencia. Una investigación de la revista Foreign Policy ha desvelado correos electrónicos enviados por Jared Kushner, asesor de la Casa Blanca para Oriente Próximo y yerno de Trump, en los que califica a la UNRWA de “corrupta, ineficaz y de nula ayuda para alcanzar la paz”.
La histórica dirigente de la Organización para la Liberación de Palestina Hanan Ashrawi sostiene que EE UU pretende “convertir en irrelevante” una agencia de la ONU que atiende al sector más necesitado del pueblo palestino.
Fuerte/EL PAÍS
Pérdida de empleos