Con la ayuda de una técnica de cartografía aérea, un grupo de investigadores descubrió antiguas casas, edificios, obras de defensa y pirámides mayas en las espesas selvas del departamento de Petén, en Guatemala. Esto deja entrever que allí vivían millones de personas más de lo que se pensaba.
Los descubrimientos, que incluyen campos agrícolas de tamaño industrial y canales de irrigación, fueron anunciados por una alianza de arqueólogos estadounidenses, europeos y guatemaltecos que laboran en conjunto con la Fundación Patrimonio Cultural y Natural Maya de Guatemala.
El estudio calcula que aproximadamente 10 millones de personas podrían haber habitado las tierras bajas mayas, lo que significa que posiblemente se requería producir alimentos en forma masiva.
“Eso es dos o tres veces más (habitantes) de lo que la gente decía que había”, explicó Marcello A. Canuto, profesor de antropología en la Universidad Tulane, en Nueva Orleans.
Alta tecnología
Los investigadores usaron una técnica de cartografía conocida como LiDAR (siglas en inglés de Detección y Medición de la Luz), la cual hace rebotar en tierra un rayo láser de emisión pulsada, lo que permite leer los contornos ocultos entre el denso follaje.
Los 2.100 kilómetros cuadrados (810 millas cuadradas) de cartografía realizada amplían enormemente el área que se pensaba había sido ocupada intensivamente por los mayas, cuya cultura floreció aproximadamente del 1.000 a.C. al 900 d.C. Sus descendientes aún viven en la región.
Con la cartografía se descubrieron unas 60.000 estructuras individuales, incluidos cuatro centros ceremoniales mayas con plazas y pirámides.
Territorio difícil
Los investigadores manifestaron que este año acudieron a la selva con datos recopilados para encontrar uno de los caminos que los llevara a la ciudad pero sin la ayuda del LiDAR hubieran pasado justo encima, debido a lo espeso de la selva.
A diferencia de otras culturas antiguas cuyos campos, caminos y cobertizos han sido destruidos por generaciones subsecuentes de agricultores, la selva creció sobre los campos y estructuras abandonadas de los mayas, ocultándolas y preservándolas.
El LiDAR reveló una estructura entre ambos sitios arqueológicos que anteriormente no había sido detectada y a la que Thomas Garrison, profesor adjunto de antropología en la Universidad Ithaca de Nueva York, considera que “no puede dársele ningún otro nombre salvo el de fuerte maya”.