HANGZHOU, CHINA.- En las calles desiertas de Hangzhou, la ciudad oriental china donde opera el gigante del comercio electrónico Alibaba, un altavoz transmite instrucciones: “¡Por favor no salgan, no salgan, no salgan!”
Hangzhou, situada a una hora de Shangai en tren de alta velocidad, es conocida por ser el lugar donde el magnate de la tecnología Jack Ma fundó en un apartamento, hace dos décadas, su negocio de venta en línea.
Pero, como en muchas regiones de China que luchan para frenar la epidemia del nuevo coronavirus, vallas verdes y señales de “no pasar” bloquean las calles cerca de las oficinas centrales de una de las compañías con mayor capitalización mundial.
La sede de Alibaba se encuentra en uno de los tres distritos de Hangzhou donde las autoridades ordenaron a sus tres millones de habitantes confinarse en casa y solo autorizaron a salir a una persona por familia cada dos días para ir a comprar.
La ciudad prolongó las vacaciones del Año Nuevo lunar para intentar evitar que la gente saliera a la calle.
En el exterior de las instalaciones de Alibaba, se ha instalado un puesto para controlar la temperatura.
Nadie ha sido visto entrando o saliendo, y un guardia de seguridad dijo a la AFP que los complejos de la empresa en el país habían sido cerrados.
Personal de seguridad cortaba varias carreteras en el distrito de Yuhang.
Los guardias decían: “Debido a las necesidades de prevención y control de la epidemia, la carretera está cerrada. Por favor, den media vuelta. ¡Gracias por su cooperación!”
En las calles de los alrededores, se oye por los altavoces que la gente evite las concentraciones.
“¡Por favor no salgan, no salgan, no salgan!”, dice la voz, mientras advierte que los habitantes tienen que usar mascarillas de protección, lavarse las manos regularmente e informar de las personas procedentes de Hubei.
Interrogado por AFP sobre el cierre de las oficinas, Alibaba dijo que se estaba centrando en “conseguir resultados”.
La epidemia del nuevo coronavirus ya cobró -al momento- 490 vidas en China y contagió a más de 24.000 personas, la mayoría en la provincia de Hubei, donde unos 56 millones de habitantes viven confinados desde finales de enero.
Hangzhou, con una población de nueve millones de personas, registró 141 casos confirmados.
Las orillas del lago del Oeste, una de las principales atracciones turísticas de la ciudad, estaban desiertas. En las fantasmagóricas calles, circulaban pocos taxis.
En las zonas aisladas, los residentes salían con mascarillas para recuperar la comida que les traían los repartidores, ante la mirada atenta de voluntarios locales con brazaletes rojos.
Cajas de suministros se amontonaban en las aceras.
Una vecina, con un delantal de plástico azul, mascarilla y gafas de esquiar, salió de su edificio para recoger sus mercancías.
Un hombre de 35 años que dice llamarse Chen explicó que ya había acumulado víveres antes de las fiestas de fin de año, y que ahora era como una lucha hacerse con comida.
“Me tengo que levantar cada día a las seis de la mañana para conseguir productos, sino no consigo nada”, aseguró.
Dos mujeres sudafricanas contaron a la AFP que cuando salen de su edificio para ir a buscar comida, los guardias registran sus salidas.
AFP vio sin embargo personas que salían de inmuebles sin tener que dar cuentas al personal de seguridad.
Los repartidores también circulaban fácilmente en las zonas aisladas para entregar pedidos.
“No hay enfermos (en el complejo), solo es una medida de prevención”, dijo Wang Runyu, un vecino de 27 años.
Los altavoces seguían emitiendo mensajes. Esta vez pidiendo paciencia a la gente: “Sabemos que es duro quedarse dentro de casa. Por favor, aguanten unos días más (…) La victoria no está lejos”.
Vía: Excelsior