Durante tres meses y de manera clandestina compró marihuana a vendedores callejeros o ‘dealers’, exponiéndose a ser detenida por la policía. Luego, comenzó a cultivar, desafiando la legislación local que lo prohíbe.
A mí la ley me importaba nada. Sí me importaba que me dieran algo bueno. Por supuesto que (tenía) miedo de ir a estos lugares; debías lograr un dato (para comprar), entregar la plata, esperar, no saber si vuelven o no, era un tema. Te entregan el paquetito y tienes que salir corriendo.
En Chile, aunque se permite el consumo privado de marihuana, está prohibido hacerlo en la vía pública o compartirla, mientras que la venta está penada.
En el año 2014, Paulina junto a la fundación Daya -dedicada al apoyo y difusión del autocultivo recreacional y medicinal de la marihuana- reunió a otras mujeres cuyos hijos sufrían enfermedades refractarias o cáncer.
Junto a otras cinco mamás comenzaron a reunirse para contar su experiencia con los aceites y realizar talleres de cultivo, y en medio de un intercambio de mensajes en redes sociales, decidieron ponerle nombre a la agrupación que habían formado: “Mamá Cultiva”.
La agrupación reúne hoy a 600 madres, quienes, además de cultivar, se dedican a buscar apoyo para descriminalizar el cultivo de marihuana para fines medicinales, y que la policía deje de detenerlas y destruir sus plantas.
Luchan asimismo contra la industria farmacéutica que vende hoy algunos fármacos en base a cannabis a precios que oscilan entre los 70 y 300 dólares.
“Queremos acceso ético a los fitofármacos, no queremos una industria que nos siga endeudando”, dice Paulina, presidenta de Mamá Cultiva, una iniciativa que se ha replicado en Argentina, Colombia, México, Paraguay y Perú, reuniendo a unas 5 mil madres.
El Congreso chileno debate actualmente la ley para despenalizar el cultivo medicinal de marihuana.
FUENTE/DEBATE