Al arribar al nosocomio, el joven fue sometido a una resonancia magnética para poder diagnosticarlo con precisión. Fue ahí donde los doctores dieron con la razón de sus dolores: el adolescente tenía numerosos quistes en la corteza y tronco del cerebro.
El chico fue diagnosticado con neurocisticercosis, que de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, es una infección parasitaria prevenible del sistema nervioso central, causada por la tenia porcina, que se puede contraer al ingerir carne mal cocinada, beber agua contaminada por huevos de tenia o por malas prácticas genéticas.
Ya que las larvas se habían propagado por la corteza cerebral, no se podía tratar al pacientes con antibióticos, por lo que se le tuvo que administrar un medicamento antiinflamatorio, así como otros medicamentos antiepilépticos. Sin embargo, no se pudo hacer mucho para reducir la infección y el paciente murió a los pocos días.