Un informe enviado a la Comisión Ballenera Internacional (IWC, por sus siglas en inglés) reveló que Japón mató a 122 ballenas minke preñadas en su última expedición de caza, en la cual capturó a un total de 333 cetáceos.
El equipo de caza japonés salió rumbo a la Antártida en noviembre de 2017 y regresó a puerto en marzo último con 333 ballenas minke, como parte de sus “investigaciones de campo” en esa región, a pesar de un fallo de 2014 de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) contra esas misiones.
En un plan de investigación publicado después del fallo de la ONU, Japón argumentó que era “científicamente imperativo” comprender el ecosistema de la Antártida mediante la recolección y análisis de animales.
En un informe a la IWC, el Nuevo Programa Científico de Investigación de Ballenas en el Océano Antártico detalló que de los 333 minkes capturados durante su “estudio de campo biológico”, 152 eran machos y 181 hembras, además precisó que 122 de éstas estaban preñadas.
En el documento, reproducido por la cadena británica BBC, el programa japonés indicó que 61 de los machos y 53 de las hembras aún no eran adultos, pero recordó que redujo el número de sus capturas y se limita a cazar alrededor de 330 cada año.
Según el Artículo VIII del Convenio Internacional para la Regulación de la Caza de Ballenas, firmado en 1946, los países pueden “matar, tomar y tratar ballenas para fines de investigación científica”, y esta es la regla a la que Japón se apega para continuar sus expediciones de cacería.
Además, el gobierno japonés dice que la caza de ballenas es una parte antigua de la cultura de Japón, ya que comunidades en las prefecturas de Chiba e Ishinomaki han llevado a cabo esa práctica desde hace mucho tiempo, al igual que lo hacen en la prefectura de Wakayama con los delfines.
Sin embargo, las expediciones a la Antártida para la carne de ballena sólo comenzaron después de la Segunda Guerra Mundial, cuando el devastado país dependía de las ballenas como su principal fuente de carne, y aunque la venta sigue, cada vez es menos popular.
Noruega e Islandia todavía cazan ballenas por su carne, mientras que en países como Groelandia, Estados Unidos, San Vicente y las Granadinas, y Rusia persiste la cacería de subsistencia para comunidades locales. Sin embargo, Japón es el único que envía barcos a la Antártida para capturarlas.