Ciudad de México.- El todoterreno Curiosity de la NASA ha descubierto una gran variedad de compuestos orgánicos en rocas de Marte de 3.500 millones de años de antigüedad y ha detectado variaciones cíclicas en la concentración de metano de la atmósfera del planeta rojo a lo largo de las estaciones.
Aunque los resultados, publicados hoy en dos artículos en la revista Science, todavía no permiten discernir la fuente de estas moléculas orgánicas, los investigadores señalan que ambos hallazgos podrían tener origen biológico.
Curiosity, que explora el cráter de Gale desde 2012, cerca del ecuador marciano, ya había encontrado indicios de moléculas orgánicas en 2015, pero la presencia de compuestos de cloro hizo el examen poco fiable.
Ahora, ha analizado nuevas muestras de rocas arcillosas de la base de un monte en el centro del cráter de Gale, extraídas de una profundidad de cinco centímetros, con su instrumento SAM (del inglés Sample Analysis at Mars).
Al calentarlas hasta 820 grados centígrados, las rocas han liberado un abanico de compuestos en forma de gas, que, según el análisis de SAM, indican la presencia de moléculas orgánicas de gran tamaño, como las que se encuentran en el carbón o el petróleo.
“Había muchos científicos que no esperaban que el instrumento SAM detectase materia orgánica en rocas del cráter de Gale. Y tenían buenas razones para pensar así”, explica por correo electrónico Jennifer Eigenbrode, astrobióloga de la NASA y autora principal del estudio. La radiación que llega a la superficie de Marte, mucho mayor que en la Tierra, produce una reacción en cadena que destruye la materia orgánica.
A la profundidad a la que Curiosity obtiene muestras, cabía esperar que no quedasen moléculas orgánicas. Sin embargo, la presencia de azufre en las rocas marcianas parece haberlas conservado, ya que entre los compuestos que SAM ha identificado abunda este elemento -el azufre es el responsable de que el pelo y las uñas de los animales, por ejemplo, sean tan duraderos-.
Hace 3.500 millones de años, Marte era un planeta muy parecido a la Tierra.
De hecho, los científicos piensan que en aquella época el cráter de Gale era en realidad un lago de agua líquida y, por lo tanto, un entorno habitable. El descubrimiento del equipo de Eigenbrode demuestra ahora que en aquel entonces había además compuestos orgánicos que podrían haber alimentado seres vivos.
No obstante, los investigadores advierten que la materia orgánica del cráter de Gale no tiene por qué estar relacionada con la vida. Las hostiles condiciones de la superficie marciana han degradado los compuestos hasta tal punto que es imposible saber si un día formaron parte de seres vivos, explica Eigenbrode. Por otra parte, las moléculas podrían haber sido generadas por procesos geológicos o haber llegado a Marte a bordo de meteoritos.
“Nuestro descubrimiento nos ayuda a entender mejor cómo se preserva la materia orgánica en Marte y nos motiva a buscar más compuestos orgánicos que puedan brindar indicios de vida”, afirma Jennifer Eigenbrode. Las esperanzas de los investigadores están puestas en los próximos todoterrenos que la NASA y la Agencia Espacial Europea (ESA por sus siglas en inglés) enviarán al planeta rojo: Mars 2020 y ExoMars. Ambos estarán preparados para analizar muestras de rocas más profundas o expuestas en la superficie más recientemente, y que podrían estar mejor preservadas.
Con información de LaVanguardia