Watson murió en los brazos de la dueña de un refugio animal que lo cobijó, le habló con cariño y se quedó a su lado toda la noche. Una gran lección de compasión.
Malherido, con una de sus patas atacadas por el cáncer, así llegó Watson a la fundación Speranza Animal Rescue, en Pensilvania, Estados Unidos. Un estudiante lo había rescatado de la calle y llevado a ese lugar en busca de una segunda oportunidad.
La enfermedad, sin embargo, había avanzado sin piedad y Watson sufría. Se había puesto frío, daba vueltas en círculos, estaba desorientado. Entonces, Janine Guido, su cuidadora, decidió permanecer a su lado.
Lo arropó con una cobija, lo abrazó y se quedó con el perrito toda la noche.
“Me recosté con él hasta el final. Le hablé a través de mis lágrimas. Le dije lo mucho que lo amaba. Me alegró haberlo abrazado con fuerza anoche”, recuerda Guido en un mensaje que escribió en la cuenta en Facebook de su refugio.
Watson se despidió a las 10:28 a.m. de este jueves. “Te fuiste tan pacíficamente. Sé que era tu momento”, agregó Guido.